Relatos en Cadena es un concurso auspiciado por la emisora española Cadena SER y la Escuela de Escritores. Se trata de escribir un microcuento de cien palabras, cuya primera frase debe corresponder a la última del relato ganador de la semana anterior. El nivel de los participantes es bastante elevado pero como dice una célebre frase: "Sólo se aprende a escribir, escribiendo". Eso es lo que he tratado de hacer, formando parte de los cientos de micro-cuentistas que responden al reto semanal. Aquí les comparto algunos de esos relatos.
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Inocencia perdidaEl puñetero ojo de la cerradura le trajo los peores recuerdos de su infancia, cuando su padre lo castigaba en la habitación por las travesuras de su hermano, y sus infructuosos gritos de "¡yo no fui!" eran ignorados por toda la familia. "¡Yo no la maté!" le dijo al policía cuando éste abrió la puerta del condenatorio cubículo. Su defensa se consideró insuficiente para desmontar las pruebas que el verdadero asesino de su esposa había sembrado con diligencia para incriminarlo. Esa fue la primera de las más de cinco mil noches que acabó pasando injustamente en la prisión.
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Anotaciones al margenUn señor con levita, que se parece a Pushkin, entra en una antigua librería. "Si tuvieras que quedarte con un solo libro, ¿cuál elegirías?" le pregunta al viejo que regenta el comercio. "Sin ninguna duda con esta edición de 'Crimen y castigo'" le responde el librero mostrándole un ejemplar lleno de polvo. "¿Lo vende?" vuelve a cuestionarle el elegante caballero. "Sólo si me lo pagas bien". El hombre compra el libro, sale del lugar y empieza a revisarlo. Encuentra en la página 146 la anotación que estaba buscando: "Kuznetsov es el agente doble". Ya sabía a quién debía atrapar.
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Noche de sábadoSalen sigilosamente de las habitaciones de sus hijos. "Ana ya está dormida" susurra la mujer. "Javi también" contesta el marido. Él le toma la mano con premura para llevarla al salón. "¿Estás seguro que no nos van a escuchar?" pregunta ella. "Verás que no. Prepara las copas que voy por una sorpresa" le responde él con una traviesa sonrisa. Vuelve a la sala con un par de auriculares envolventes y un elepé de Guns N' Roses. El tocadiscos les regresa a los años que ahora tienen sus hijos. Y por un rato se sienten, otra vez, rebeldes y despreocupados.
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