El pasado sábado pudimos ver un Barça- R. Madrid algo descafeinado en cuanto juego pero si he de ser sincero a mi me gustó. Puede que unos pensaran que mejor quedarse a 6 puntos remontables que a 9 y los otros puede que decidieran mantener la brecha de 6 puntos a intentar hacer sangre y que el Barça le recortara 3 puntos, en definitiva, mucho respeto.Fue una batalla táctica muy intensa, sobre todo en la primera parte en la que el ritmo de juego fue altísimo. Síntoma de esto fueron los cortes de juego por falta en los primeros minutos de juego.
El Madrid tenía claro a que jugar, presión media-alta tapando salida con Busquets plantado en un 1-4-4-2 y realizando unas ayudas para la superioridad defensiva en cuanto Messi o Neymar recibieran de tres cuartos hacia delante que recordaban al Atlético campeón de Liga. Recuperación en medio campo y a correr, en cambio si el robo se producía en campo propio la consigna era asegurar la posesión, sabedores de que este Barça no es tan agresivo como antaño, pero en donde una pérdida con el equipo desplegándose para salir a la contra desde propio campo podría penalizar.
Benzema y Cristiano tapaban salida con Busquets, uno saltaba el otro cerraba por dentro, para cuando éstos no llegaban era Modric el encargado de condicionar al mediocentro. Las pocas ocasiones que los culés se aproximaron a zona de peligro fue porque este mecanismo no resultó, básicamente por que a Bussi le sobre un toque para salvar líneas de presión. Con balón en dominio de los blancos la obligación era atacar la espalda de Sergi Roberto. Éste carecía de referencia pues Isco se metía para dentro para generar superioridades en la salida y en cuanto Marcelo recibía, la ausencia de ayudas de Messi y Rakitic más caídos al sector derecho blaugrana, obligaban al lateral a saltar dejando un espacio aprovechado por Cristiano e Isco.
Los de Lucho jugaron a lo de siempre, bueno a lo que últimamente vienen intentado, llevar la iniciativa sin un dominio claro. La cuestión era tener paciencia para saltar la primera línea de presión blanca para así obligarles a un repliegue intensivo y, sí la jugada no concluía, jugar más cerca del área de Keylor. Con un Messi y Neymar medio desactivados por los blancos y medio desparecidos solo cabía esperar una genialidad.
La entrada de Iniesta, diferencial en este Barça en el que falta de todo, dio otro aire al partido. Más ritmo, más verticalidad con un orden, y claro está, más calidad. Zidane empezó a sufrir en el banquillo viendo la escabechina en la zona ancha y decidió dar entrada a Casemiro por Isco, un cambio que con el marcador en contra ningún madridista entendía, pero que dotó de más cuerpo el centro del campo madridista.
Solo pensar las críticas al francés por ese cambio sino llegara el gol salvador de Sergio Ramos se me vuelca el estómago. Oportunistas hay en todas partes pero, una vez más, el galo demostró que los 33 partidos invictos no son casualidad.
F.C.BarcelonaLiga 1ªDivisión 2016/17R.Madrid C.F.