Superado el estado de profunda conmoción, empiezo a pensar en que deben producirse profundos cambios. Lo que hasta el viernes funcionaba, o creíamos que funcionaba, es un sistema fallido. Y algunas de las razones son oscuras. Las grietas son anteriores ataques en el mismo París, en Londres, en Madrid, en Nueva York o en el caso del avión ruso sobre el Sinaí. La lista es larga. Lo del viernes 13 de noviembre de 2015 lo percibo como un antes y un después.
Es la dura comprobación de que el mundo occidental es globalmente vulnerable. Francia, con todas sus contradicciones, es uno de los mejores países del mundo. Es un modelo para mí. No solo eso, Francia es la cuarta potencia del planeta, lo que significa que los cuerpos de seguridad e inteligencia franceses son de los mejores del mundo.
A pesar de ello nada han podido hacer. La cuestión radica en algo tan dramático como lo es la supervivencia. Y, lamentablemente, nuestro sistema ha fallado en algo tan elemental.
Masacre en París