Libro Mensajes del agua, de Masaru Emoto
Escribo este post a raíz de volver a ver ayer domingo la excelente Película-Documental ¿Y tú qué sabes? (2004); un celuloide que supone un cambio de paradigma de 180 grados sobre nuestra forma de ver, contemplar y actuar en la Realidad.
El otro día en el post El lenguaje del Universo apuntábamos algunas ideas al respecto sobre el tema que hoy tocamos de nuevo.
La Realidad no existe. Creemos que la Realidad es algo externo, la percibimos y sacamos unas conclusiones: por ejemplo, la vida es lamentable porque existen guerras, hay hambre, asesinatos, precariedad laboral...
Pero párate a pensar la siguiente cuestión: ¿Y si la Realidad es una creación producto de nuestra Intención que se materializa a través de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras? ¿Te has parado a pensar que la Realidad es una creación producto de la Conciencia? ¿Te has parado a pensar por qué a la Física Cuántica se la conoce como la Física de las infinitas posibilidades?
La Física Cuántica se conoce como la Física de las Posibilidades, porque nada existe a priori, sino que se materializa en la medida que tu Conciencia (Intención) crea algo a través de tus Pensamientos, Sentimientos y Palabras. Tu Realidad es producto de tu Intención (Conciencia). Y la Realidad general no es más que la manifestación de la Conciencia (Intención) colectiva de la Humanidad: si el Planeta está enfermo es porque nosotros estamos enfermos. El Universo es una creación contínua de nuestras Conciencias.
Dicho de otra manera: no somos observadores de la Realidad, somos creadores de la Realidad. La gente no es consciente de su potencial porque cree que su capacidad de influir en lo que ocurre es ninguna o muy limitada. Sin embargo, no existen límites y todos tenemos un poder infinito; otra cosa es que nuestra Conciencia esté adormecida y no seamos capaces de hacer uso de ese potencial.
El primer problema para que puedas entender la Realidad (Tu Realidad y la del Mundo) es que nuestra Intención (Conciencia) –que se manifiesta en todas las parcelas: Amor, Trabajo, Dinero, Azar...– a menudo tiene un sesgo negativo; es decir, el 80% de los pensamientos son negativos y eso es precisamente lo que se materializa: en lo que te concentras, se expandes. El gran inconveniente es que la gente se centra en lo que no quiere, en lugar de lo que quiere. Y de aquello que no queremos, más tenemos. La Madre Teresa de Calcuta dijo una vez una frase que mucha gente puede entender ahora: "Jamás iría a una manifestación en contra de la guerra [lo que no se quiere], sólo iría a una manifestación a favor de la Paz [lo que se quiere]". Curioso ¿no?
En el excelente Documental La Ciencia de los Milagros, de Gregg Braden, se ponen varios ejemplos de cómo una Intención (Conciencia) positiva puede influir en el Mundo. Así por ejemplo, en 1972 se desarrolló un experimento en 24 ciudades de Estados Unidos en el que las personas eran entrenadas para evocar un sentimiento de paz. Durante el tiempo que duró el experimento la tasa de criminalidad de esas ciudades disminuyó. Cuando las plegarias se pararon, los índices de criminalidad volvieron a sus niveles normales.
Tu Realidad es Tu micromundo; sin embargo, la Realidad General es el agregado de nuestras Realidades, esto es, de nuestras Intenciones (Conciencias). Tú no eres independiente del Resto de la Humanidad; lo que haces a los demás (y al mundo) te lo haces a ti mismo: lo que das, te lo das; lo que no das, te lo privas. Todos somos Uno y Uno todos. Pero no solo estamos unidos entre nosotros los humanos sino también con el resto de la Naturaleza y la Creación.
Masaru Emoto y los Mensajes del Agua
Para ver cómo nuestra Intención (Conciencia) influye a la hora de crear la Realidad convierne hablar del japonés Masaru Emoto (Yokohama, 1943) y de su obra Mensajes del Agua, un libro traducido a más de 20 idiomas que es imprescindible para comprender lo que hablamos.
Masaru Emoto ha demostrado como los pensamientos, palabras, música y fotografías afectan los cristales del agua. El agua, cuando se congela a 25 grados bajo cero, lo hace en forma de cristales de tipo hexagonal con diferentes formas que se puede ver con un microscopio de 200 aumentos; sin embargo, a veces no ocurre así debido, según Emoto, a que se trata de un agua contaminada y tóxica no apta para el mantenimiento de la vida.
Formas del agua cristalizada según
diferentes experiencias
Teniendo en cuenta esto, Masaru Emoto decidió hacer distintos experimentos. El primero era exponer al agua congelada al sonido de distintos tipos de música. Los resultados demostraron que cada música produce unas formas de cristales de agua diferentes según se trate de la música de Beethoven, Mozart o a Bach; pero lo más interesante es que, las músicas más estridentes –como el Heavy Metal– producen desarmonía en el agua, que no cristaliza, pareciéndose mucho la estructura que se visualiza a la del agua contaminada o tóxica.
Luego probó con palabras dirigidas al agua escritas en un papel que pegaba al frasco antes de congelarlo. Las respuestas obtenidas fueron diferentes. La belleza de la imagen captada en el frasco con la palabra Dios nada tenía que ver con la desestructurada imagen obtenida en el cristal sometido a la influencia de la palabra Demonio. Curiosamente, las fotos más bellas se obtuvieron de las muestras que se congelaron acompañadas de las palabras Amor y Gracias: cristales geométricamente perfectos.
El campo de experiencias se fue así ampliando y Masaru Emoto comprobó cómo el agua también responde de forma diferente dependiendo de la imagen que se coloca bajo el frasco. Imágenes bellas producen formas geométricas del agua también bellas; por el contrario, imágenes feas dan lugar a formas geométricas del agua poco armónicas y estéticas.
Por último, Masaru Emoto probó con el efecto de la voluntad y constató cómo un frasco de agua contaminada sometido a un ritual de agradecimiento de unos cuantos niños situados a su alrededor modificaba la figura de sus cristales. No es casual que Eckhart Tolle, autor de El poder , dijese en una ocasión: "Si la única oración que pronunciásemos fuese Gracias, bastaría".
Ya hemos hablado de la influencia de la mente en el cuerpo, y como muchas de las enfermedades que desarrollamos son producto de los malos pensamientos que alimentamos: ira, odio, rencor, venganza, envidia... (ver post El discurso del cuerpo). Ahora es más fácil de entender si tenemos en cuenta que el Agua es el principal componente de nuestro cuerpo: somos más de un 70% de agua (pero también el 70% del Planeta Tierra es Agua, sería más oportuno que se llamase Planeta Agua).
Después de lo visto, esto nos lleva a una pregunta inmediata. Si se puede influir en la Realidad porque lo que hace que las cosas ocurran es la Conciencia o Intención (ver post El poder de la intención) a través de nuestros Pensamientos, Sentimientos, Palabras..., la cuestión es por qué no hacemos uso de esa Intención (Conciencia) de manera favorable. Desde mi punto de vista, 2 son las causas:
– Primero. La gente no lo sabe. Es el 99% de la población. Muchos de los que habréis leído esto hoy, probablemente no lo conocíais con anterioridad. Ya lo hemos apuntado antes, se cree que la Realidad es algo externo a nosotros.
– Segundo. La gente no lo cree. Mucho gente sabiéndolo, no se lo cree. Y si no lo crees, no puede funcionar. Ya hablamos de ello en el post: No basta querer, hay que creer.
Os dejo un breve vídeo (extracto) sobre Masaru Emoto y los mensajes del agua contenido en la Película-Documental ¿Y tú qué sabes?. Aquí va el vídeo:
* Hoy en Libros de Management (@librosdemanagem) puedes ver una Reseña de De ti depende, de Ignacio Álvarez de Mon.
Conoce mi nuevo libro «FAST GOOD MANAGEMENT» / http://www.fastgoodmanagement.com/