La llegada del invierno es ya inminente, y la vida ultima sus preparativos para resistir la dura prueba de las heladas y del cierzo. Para ello cada especie sigue su propia estrategia, y la de las hormigas consiste en refugiarse en lo más profundo de sus hormigueros. Si levantamos una roca aún podemos sorprenderlas acarreando sus provisiones hacia los almacenes de invierno, y muchas veces junto a ellas veremos corretear despistada a alguna diminuta cochinilla de la humedad, pálida y endeble, paseándose entre las hormigas como si nada. ¿Por qué las hormigas, siempre tan belicosas, consienten la presencia de estos intrusos? ¿Por qué no se los comen? Y más extraño aún, ¿cómo es que un animal totalmente indefenso se atreve a caminar nada menos que entre un ejército de miles de hormigas, ante cuyas filas retroceden sin dudarlo hasta insectos de cuerpo durísimo y armados de aguijón, como las abejas solitarias y las hormigas de terciopelo?
Aunque no lo he podido confirmar, supongo que estas cochinillas están impregnadas del olor característico del hormiguero, de modo que las hormigas las toman por compañeras. Es un truco común en otros animales que viven relacionándose mucho con las hormigas (mirmecófilos). Camufladas de este modo, las cochinillas podrán mordisquear tranquilamente las sobras regurgitadas por sus anfitrionas, así que para las hormigas estos crustáceos vienen a ser como una mezcla de mascotas y de equipo de limpieza. Junto con la cochinilla Platyarthrus, en el ecosistema hay otros animales que habitualmente logran franquearse el paso a esos refugios bien abastecidos y bien protegidos que llamamos hormigueros: el tisanuro Proatelurina, las larvas de los escarabajos Clythra y Lachnaia, las ninfas de los chinches Camptopus y Alidus... Aunque especializarse en ser inquilino de hormigueros también tiene sus consecuencias a largo plazo. ¿De qué sirve el color en los oscuros pasadizos? ¿Y la vista? ¿Y una coraza o cualquier otra defensa cuando se vive entre guardianes? Millones de años viviendo a salvo en hormigueros han hecho de la cochinilla Platyarthrus un ser blanquecino, totalmente ciego, débil, indefenso y sin embargo capaz de sobrevivir donde no aguantarían ni un día vivos ni arañas, ni mantis, ni escorpiones, ni escolopendras. ¿Quién dijo que en la evolución triunfan los más fuertes?
Más sobre mirmecófilos en Viaje a las hormigas, de Hölldobler y Wilson (1994).