Harto de vaciladas a la masculinidad, decido publicar aquí una reflexión valiente sobre el tema. Fue escrita en los ochenta y algunas referencias ya están pasaditas, pero vale su peso en oro. A su vez, he copiado y pegado de aquí y de aquí., ahí va la perla:
¿Eres digno de tal nombre?… Este artículo apareció publicado en la versión española de METAL HURLANT, y su autor es Phil Manoeuvre. Como veréis, no tiene desperdicio…
He aquí el manifiesto de una raza de hombres que creíamos olvidada, destruida por el asalto de los maricas y las feminista; una raza que resurge de sus cenizas, firmemente decidida a volver a poner el mundo en sus sitio; una raza que, desde ahora, todos conocerán como los HOMBRES MASCULINOS
“El hombre masculino lleva vaqueros que no conocen el agua, y su sastre se llama Levis. El tio de pelo en pecho cambia de emisora en cuanto se le cuela Neil Diamond o Nika Costa, y pasa la noche del sábado en el club de los Hell´s Angels, charlando de mecánica. El gachó que se viste por los pies, sueña con invadir con su Harley el plató de Gente Joven una dominical mañana, acompañado por sus colegas vestidos de faena, esgrimiendo latas de cerveza Kronenberg y dedicando obscenidades a todas las señoras del país. El menda que mea en la pared es capaz de prender fuego a un bosque simplemente para calentarse el café del desayuno antes de empezar la caza del caribú. Y, por supuesto, ¡el macho que los tiene en su sitio, come carne, y no yogures u otras chuminadas por el estilo!”
AVISO: esto que sigue NO es un manual de uso.
Los manuales baratos podéis encontrarlos en las revistas del corazón, abarrotan las librerías y los quioscos: “Cómo cultivar la gardenia en Beluchistán”, “Cómo educar a su chucho sin traumatizarle”, “Salvo mi matrimonio por interés”. Tampoco esto es un test lechugino y ridiculo (“¿Es usted sexy?”, “¿Está usted a favor o en contra de compartir su amiguita con otros?”). Oh!, muchachos, ¿os imagináis a John Wayne leyendo un artículo estúpido sobre la manera ideal de destetar a su perro alsaciano? ¿De transplantar sus gardenias? ¡Arrrg!
De acuerdo, el Duke no ha debido leer gran cosa últimamente, pero haced un esfuerzo de imaginación.
Todo esto para llegar a una conclusión: todos esos manuales, todos esos artículos, todos esos test… HAN SIDO HECHOS PARA LAS TIAS.
¡Ellas van viento en popa! Un poco de historia:
Algo empezó a fallar en nuestras sociedades, alrededor de 1954. Sí, el año en que los enchufados en el poder llamaron al viejo Gorraplato y a sus hombres del Vietnam, justo cuando aquéllo se empezaba a animar! Poco después, aparecieron los hippies. Pelos largos, sucios, grasientos, introdujeron el último horror: ¡collares para hombres!
Calma. Conservad vuestra sangre fría. Es evidente que el simple recuerdo de estos hechos auténticos nos llena, a nosotros los hombres, de una rabia incontenible y comprensible. Dejad por unos minutos la revista. Relajaos, meteos un lingotazo de cerveza al cuerpo. Si es necesario, id a cambiar el aceite al coche. Eso es. ¿Más tranquilos? Vale.
Al principio de los años setenta, los hippies entran en vías de auto-extinción.¡Bien hecho les está, a ellos y a sus asquerosas drogas sicodélicas! ¡Pero la crisis continúa!
Surgiendo de la nada, los movimientos feministas afluyen en tropel, como una horda compacta y tupida. ¿Qué pretenden? Agarraos… ¡LA MUJER ES IGUAL AL HOMBRE! Antes de que los machos tuviesen tiempo de recuperarse de los ultrajes de esta banda de mujerzuelas histérico-maniáticas, de repente, la homosexualidad hace una entrada estruendosa en la escena de los mass-media. Cuanto menos hablemos de esa historia, mejor estaremos los hombres masculinos…
Afortunadamente, todavía se puede contener con un dique esta marejada. Los sarasas y las tortilleras tienen sus periódicos, sus tribunas, sus restaurantes, sus clubs, sus shows… Perfecto. Que se queden ahí. Que se den cuenta de que este país no se va a convertir en una nación de patinadores-sobre-ruedas-comeyogures.
Y nosotros, vamos a reaccionar. Comenzando ahora mismo, aquí, ante vuestros ojos.
De entrada, nosotros, los hombres masculinos, adoramos este asqueroso jaleo. Este “conflicto”. A decir verdad, nada mejor que una buena bronca, de vez en cuando, para revelar a un hombre, donde quiera que esté. Y en tanto que nuestros enemigos mantienen una lucha encarnizada para transformar los edificios públicos en “lugar de vida” o en jodida guardería, nosotros vamos a contrarrestar sus planes revelando a la juventud ávida COMO un Hombre Masculino se comporta ante la realidad.
- Con su madre.
- Con sus amigos.
- Con sus ligues.
- Con la manduca.
- Con la literatura.
- Con el cine.
- Con el rock.
EL HOMBRE MASCULINO Y LA MÚSICA
El hombre masculino no tiene nada contra la música. Ya sea country, o rock´n´roll o rockabilly, incluso tiene una cierta tendencia a apreciar la música, la buena música, mientras se bebe una copa o se da una vuelta en Cadillac con un hatajo de viejos colegas.
Al hombre masculino le gusta la música de peliculas. Cuando está solo, por la noche, se permite reescuchar los temas de “Operación Dragón”, “El nido de las águilas” o “El Alamo”.
Una discoteca de hombre masculino comprende una base sana: la mayor parte de los discos de Elvis, todo Cochran, todo Gene Vincent. Los albumes de MC5, de los Stooges, de los Stray Cats. Una bonita selección Country (todo Waylon Jennings es obligatorio), Y en el juke-box las siguientes canciones:
“I´m A man”, por Chicago; “500% Man”, por Boddley; “Ballad of the green berets”, por el Sargento Sadler; “Hot Rod Man”, por Tex Rubinowitz; “Born to be wild”, por Steppenwolf; “Folsom Prison Blues”, por Johnny Cash; “Great Balls of Fire”, por Jerry Lee Lewis.
¡Pero ya está bien de música!
LA MODA MASCULINA
El hombre vive en un mundo de apariencias. Ninguna otra sociedad se ha construido sobre el rápido juicio del hombre acerca del hombre… Una simple ojeada y ya está. Tienes delante o un Hombre Masculino, o un simple comeyogures.
Demos seguridades al lector en seguida. El hombre masculino pasa todo su tiempo ganando dinero para destinarlo a cosas IMPORTANTES. (El steak del sábado-sabadete en la ciudad, la cerveza, las videocassettes porno, la chopper Harley). A continuación, viene la ropa. Ropas sencillas y rudas son la prueba de eque estáis frente al mundo de los yogures. Y qué importancia tiene que os sintáis hombres masculinos en vuestro fuero interno… si no tenéis la ropa reglamentaria, no seréis más que unos blandengues, unos catetos, ¡unos comeyogures!
Abreviemos. En lo esencial el guardarropa del hombre masculino se resume en un par de botas militares, un par de vaqueros Levis, unas cuantas tee-shirts caquis o negras, el revolver Smith & Wesson, una cazadora vaquera con las mangas cortadas. Para salir por la noche: las mismas botas, vaqueros, tee-shirts, el Smith & Wesson. Se sustituye la cazadora vaquera por un blazer azul oscuro, cuyo bolsillo superior esté adornado con un escudo dorado (por ejemplo, el emblema del equipo olímpico). ¡Cuidado, todo cambia a una velocidad de vértigo! La cazadora de cuero Schott and Bros, que en otra época distinguía al hombre masculino, ha sido robada, adaptada y pervertida, transformada en el último simbolo blandengue. ¡A decir verdad, el hombre masculino actual preferiría estar muerto antes que ser visto con una!
Y dejad los sombreros de cow-boy y las camisas azul-turquesa para los que montan a caballo y trabajan en los alrededores de Dallas, Texas. La corbata, sin embargo, es un medio de señalar en qué acera estáis. También hay que decir que un cuello abierto y una corbata aflojada no os llevarán a ninguna parte. Si no podéis llevar una corbata apretada en un cuello abotonado, ¿por qué no termináis de joder la marrana y os compráis una faldita de flores? ¿Eh?
Además de las corbatas hay otros accesorios básicos de la moda masculina. Nos referimos a las cuchilladas en la jeta, a las tiritas en las cejas, y a los tatuajes.
¡Cuidado con los tatuajes! Se sabe donde empiezan, pero… bueno, ya sabéis. Un brazo tatuado con la inscripción “Mamá” no tiene nada, pero es que nada, de viril. Una mariposa de colores en el anca, tampoco.
No, el hombre preferirá inscripciones más varoniles. Claro, cosas como “Bep Bop A Lula”, “esclavo de Satán”, “Made in Spain”… Todo adornado de armas fálicas (cuchillos, bayonetas, lanzas), o de animalitos con dientes puntiagudos: tigres, cobras, lobos, gatos monteses, águilas.
Y no vayáis a buscar un tatuador muy fino.
Un tatuaje viril tiene que dar la impresión de haber sido hecho por uno mismo, con una mano temblorosa sobre vuestro brazo (o torso) con una vieja navaja mellada, una botella de tinta china y los ánimos de todos los viejos colegas a lo largo de un fin de semana de desmadre salvaje.
LOS COLEGAS
Por supuesto que el hombre masculino tiene derecho a tener colegas. Aunque, evidentemente, no dependa de ellos. Cuando Alan Ladd se va a cargar a todos los villanos al final de “Shane”, no se molesta en pararse a la puerta del saloon para preguntar si hay voluntarios para sanear la ciudad. Y cuando Clint Eastwood limpia las calles de San Francisco de hippies sádicos en “Harry el Sucio” no pregunta nada a nadie, no, a nadie.
Pero “Shane” y “Harry el Sucio” son obras de arte. No hay que equivocarse. Porque hay que distinguir el abismo que hay entre el arte y la vida. En el arte se liquida a los asquerosos hippies cinco o seis veces por película. En lacida, desgraciadamente, rara vez se presentan estas oportunidades.
De ahí, la necesidad de tenr amigos, colegas, troncos. Vivir como un hombre masculino es tan duro en nuestros días, que se recomienda la presencia de amigos. El mismo Gengis Kan tenía una o dos hordas.
Decidís iros de caza, o hacer piragüismo bajando rápidos, o, sencillamente dar una fiesta-cerveza escuchando el último Ozzy (ojo:¡Ozzy!) Osborne en vivo… ¿A quién invitaríais? ¿A las tias? ¡Aaaaaaaah, qué coñazo! Invitaréis a los colegas. A la banda de toda la vida. ¿Queréis cambiar las llantas, montar un cirio, provocar un motín? Nunca llegaréis más lejos que con los colegas de siempre. Y sin necesidad de calentaros el coco buscando distracciones hipercomplicadas… Un fin de semana entre hombres, basado en ver los videos del Mundial, pimplando cajas de cerveza; ese sí que es un método apropiado para devolver al hombre su masculinidad.
Mas masculinidad:
¿Eres digno de tal nombre?… Segunda parte de este homérico artículo publicado en la versión española de Metal Hurlant por Phil Manoeuvre.
EL LENGUAJE Y EL HOMBRE MASCULINO
“me gusta el olor a napalm en la selva, al amancer.”(Robert Duvall en “Apocalypse Now”)
EL HOMBRE MASCULINO no es “cool”. No es “fino”. A diferencia de nuestros jodidos politicastros comeyogures, responde sencillamente con un sí o con un no cuando se le plantea una pregunta.
El hombre masculino no “conceptualiza”. No “vibra”. En muy raras ocasiones se emociona ante un “espectáculo conmovedor”.
El hombre masculino no se “impresiona” yendo a ver una “película de autor”. Por el contrario, desarrolla una serie de respuestas reflejas siempre dispuestas para ser lanzadas contra el adversario, al que hace sudar de rabia, de miedo y de vergüenza. Cuando una mujer indignada acaba de decir al hombre masculino: “Ah, muy bien, muy bonito, ¿te crees muy hombre, no? ¿Pero quién te crees tú que eres?” El hombre masculino se evade con palabras simples: “Bueno, en fin, en todo caso no soy un marica”.
¡Pam! ¡En todos los morros!
Esta otra respuesta puede servir en cualquier circunstancia, o en casi todas:
- “El futbol es el deporte más aburrido”.
- ¡LO QUE TÚ DIGAS!
- “¡No me gusto ´En busca del arca perdida´!”.
- ¡LO QUE TÚ DIGAS!
- “¡No te creas que te vas a salir con la tuya!”
- ¡LO QUE TÚ DIGAS!
O, si no, un simple “¿Ah, sí?”, servirá cada vez que un imbécil invada el espacio sagrado de Hombres Masculinos que estáis a punto de ser.
- “Pero… usted había ido a parlamentar…¿Por qué les ha MATADO?”
- “No había nada que decirse, señora”.
John Wayne después de haberse cargado a una banda de mexicanos que no le hacían ninguna gracia.
EL HOMBRE MASCULINO Y SU MADRE
Por una parte, no le gustaría que se le tratase como a un “hijito de mamá”. Pero por otra, el hombre masculino es un hijo modelo.Cualquier reflexión en contra de la querida vieja madre le hará abalanzarse sobre el patán y convertir su carita en un amasijo sangriento.
Otra obligación asumida por el hombre con respecto a su madre: intentar no olvidar su cumpleanos. De tal manera que ella se dé cuenta de que no la ha olvidado.
Un regalo puede solucionar la papeleta.
Claro que luego queda la embarazosa elección del regalo. Unas entradas para el próximo combate de lucha libre, o un gat ode coche, para que pueda por fin aprender a cambiar los neumáticos ella solita… ¡No son ideas lo que faltan! ¡Y no hay ninguna necesidad de derrochar a mansalva! Hay detalles que no pueden ser metidos en términos materiales. Hay ocasiones en que la cosamás encantadora que el hombre masculino puede hacer el día del cumpleaños de su madre, es hacerle una visita a la querida vieja cosa.
Oh, por supuesto, el hombre habrá tomado la precaución de llevar una petaca de Jack Daniels, para que la pobre viejano se vea obligada a salir a la calle, con ventisca y en plena noche, para ir donde el tendero a comprar “algo para beber” para su retoño.
Último consejo, chavales: no llaméis por teléfono a vuestra madre.
Haciéndolo así, la pobre no tendrá que pasarse las noches despierta, en blanco, con los ojos como platos, preguntándose si os habrá educado bien.
Al no llamarla nunca, le demostráis que os sabéis tener en pie solitos, como adultos, y no como esos malditos comeyogures.
LA DECORACIÓN DEL APARTAMENTO MASCULINO
No es necesario que os haga un dibujo. Los afortunados que hayan terminado alguna noche de parranda en la casa del viejo Joe Staline, saben que una rápida descripción de su cuartel genreal vale más que mil palabras.
De entrada, Joe había decorado su hogar sin decorarlo. Como el decía: “¡La decoración es un deporte de tias!”.
Me acuerdo de algunos taburetes de cuero que se trajo de Texas, de dos viejos canapés. En la pared, nada, o casi nada. Los últimos posters de “lui” o del “Play Boy” (Joe se vanagloria de ser el último tipo que compra estas revistas sólo por las fotos de las chicas en pelota y no por los jodidos artículos de los comeyogures. Me pregunto sin o tendrá razón).
En un rincón, un armero repleto de Winchesters. En la pared una bandera sudista y un látigo de cow-boy.
Los discos, encima del aparador. Y delante, una foto dedicada de Brian Setzer. Ni una planta verde, docenas de ceniceros lámparas sujetas en botes de cerveza americana (colt 45, por supuesto), un viejo baúl sobre el cual ha colocado su estéreo.
TU DECIDES
¿Quieres ser un hombre o una mujer?
Una vez que te has decidido a ser un hombre (¡Y que hombre!¡un Hombre Masculino!) es completamente normal el querer lanzar ataques contra el territorio enemigo , eso no será más que el comienzo de los reconocimientos y el final de las afirmaciones de las prerrogativas masculinas que siempre han permitido al hombre y a la mujer confrontar sus diferencias en un enfrentamiento sexual nada desdeñable.
Pero el espacio se nos acaba. ¿Deberíamos suprimir una foto de Lee Marvin para explicar al lector las maneras en que el hombre se comporta en materia de sexo?
Y, además, ¿qué especie de jodido y pringoso comeyogur tiene necesidad de leer un libro acerca del sexo?
Los manuales del género están reservados a las mujeres y a los niños. El hombre aprenderá más en los billares o canjeando en su videoclub “Garganta profunda”, o “The Hot One”, o incluso “Defiance”.
Sin embargo, aquí tenemos el deber de clarificar uno o dos puntos que -lejos de convertir a METAL HURLANT en un manual de instrucción sexual- nos parecen primordiales en cualquier actitud “masculina”. Lo primero; la responsabilidad del control de natalidad debe estar entera y absolutamente relegada a las mujeres (si ellas quieren cachorros, ese es su problema).
Segundo, pongamos fin a la vieja leyenda según la cual el hombre masculino se conduce en sus relaciones sexuales como una taladradora eléctrica (wham bam thank yoy mam!). Dejemos ese proceder a los extranjeros, a los degenerados y a los comeyogures.
El hombre masculino hará todo, absolutamente todo, lo que esté en su mano para conducir a su compañera hasta un frenesí sexual memorable (excepción hecha de la adopción de posturas que de alguna manera puedan sugerir pasividad o su sumisión).
Me explico, aprendiz.
Hablando en plata, un hombre masculino nunca será sorprendido acostado sobre su espalda durante una realción sexual. NI JAMAS DE LOS JAMASES haciendo cualquier cosa, sea lo que sea, que le obligue a ponerse de rodillas.
Recordad que el hombre masculino tiene otras cosas que hacer. Imaginaos por un momento que un detective privado está precisamente haciendo fotos, ¿eh? ¿De que tendríais pinta? Ah… Y aunque nadie le haya visto, el hombre masculino, él mismo, se ve en el espejo cada mañana al afeitarse.
Cuando sintáis que todo el mundo ha quedado sexualmente satisfecho, largaos de inmediato.
Una palmada en las nalgas de la chica y un “¡Hasta la vista, muñeca!”, os permitirá causar la más viril impresión en cualquier mujer digna de ese nombre.
bueno, está bien. Supongamos que afuera hay tiros, o que está nevando, o que llueve a cántaros. O esos momentos en que os acordáis de que en vuestro apartamento no hay calefacción. Vale, vale; os podeis quedar. Pero estad al acecho a la mañana siguiente.
Me refiero al desayuno.
Demostrad en ese momento qué especie de gachó infernal sois. Asombradla con vuestra conversación. Perguntadla si está casada. De dónde viene. Cómo se llama. una vez pagada la cuenta, ¡venga! Os levantáis y os largáis, no sin decir a la que salís: “¡Se me hace tarde, tengo cosas que hacer!”
JUSTO ENTONCES, DESAPARECED
Y justo en el momento de atravesar la puerta hacia el mundo real, deteneos. Daos la vuelta, echadle una mirada por encima del hombro y sonreídle misteriosamente antes de aclarar: “puede que te llame un día de estos…”
Evidentemente esta última frase no deberá ser utilizada más que si estáis absolutamente SEGUROS y RESEGUROS de que en NINGÚN MOMENTO de la noche le habéis perdido número de teléfono.
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Pues hasta aquí lo dicho (que laargo, lo siento) y enlazo con una reflexión a lo gafapasta que escribí en su momento (tres años hace ya, era un bloguero yogurín) Saludos con mi colt.