Don Francisco Franco, que tuvo ojeriza siempre a los masones, a pesar de que en su entorno los había, tal vez por eso, y porque además le vino muy bien encontrar una excusa tan formidable que los antimasones trabajaron a fondo, desde hacia lustros, para que personajes como Franco, reforzaran hasta la propia medula su odio visceral contra la masonería, y hasta tal punto que demás de aniquilarlos, con penas de muerte y prisión, entró a saco en los cementerios con un primer decreto con el cual se arrancaban todos los símbolos que pudieran ofender a la Santa Madre Iglesia.O sea que lo pocos símbolos masónicos con los que podía contar Asturias, como puede suceder en Buñol (Valencia) pues nos encontramos que fueron ya en su tiempo arrancados de cuajo de las tumbas.Tampoco se quedó atrás la presión de los curas sobre familias en los que había masones, sobre manera sobre el elemento femenino, así tenemos por ejemplo que a la muerte de un notable masón asturiano como Alberto de Lera, pues hubiera un asalto a su domicilio por parte de los “cogolludos” para arrancarles el féretro del que fuera Gran Maestro de la Gran Logia Simbólica Regional del Noroeste/GOE, que además era un intenso librepensador.Este es el aspecto que presenta el osario de la familia Alberto de Lera, exento de simbología y totalmente cristianizado. (Cementerio de Sucu. Gijón)El Cementerio de Gijón, dada la alta presencia masónica desde 1850 en adelante, hace que tengamos una alta presencia masónica en la “Quintana de los Muertos”, del Sucu, generalmente son masones que trabajaron en las logias del primer tercio del siglo XX, salvo Rosario Acuña.Son presencias que generalmente no han dejado mucha simbología masónica, en sus tumbas y panteones, pero hemos rastreado algunas de las tumbas más significativas, al menos de aquellos que sabemos que han sido notables masones .
Otro de los notables masones de la ciudad de Gijón , fue Marcelino Gonzalez, que pese a su gran profesión como liberal republicano y masón, se hizo construir este bello panteón de líneas grecoromanas , sito en la parte católica del cementerio del Sucu, en Gijón, y que como vemos está también exento de manifestaciones masónicas.
En general los masones en Asturias, no quisieron dejar huellas de su membresía masónica, así tenemos las tumbas de Rosario de Acuña, que ya en su testamento pidió que no hubiese nada más que lapida blanca. Cementerio del Sucu. Rosario de Acuña , es madrileña, y se inició en una logia de adopción de Alicante, la Respetable Logia Constante Alona, y luego se vino a Gijón, donde tuvo amistades masónicas, aunque no participó en los trabajos masónicos que se daban en aquel momento en que ella habita en la región. Fue una libreprensadora muy activa, y fue un referente dl movimiento obrero gijonés.
A su lado está la tumba de otro masón , natural de Colunga que si tiene símbolos masónicos, es el único en Asturias, se trata de Enrique Villar Valdés natural de Colunga.y enterrado pues eso al lado de Rosario de Acuña. (Cementerio del Sucu).
Visita de varios francmasones españoles y franceses ante la tumba de Rosario de Acuña.
Otro panteón, pero sin símbolos es el de los Riera, Gervasio de la Riera y Oscar de la Riera, masones de la Gran Logia Regional del Noroeste, Logia Jovellanos.En el mismo cementerio de Gijón en la zona del Muro del Sucu, donde se procedía a los fusilamientos, los masones astures del siglo XXI han querido dejar su recuerdo a los caídos en la cruenta Guerra Civil española, y eso lo han hecho dos logias, una heredera de otra, estoy hablando de la primera placa colocada por la logia AMIGOS DE LA NATURALEZA Y HUMANIDAD que trabajaba bajo la Obediencia GRAN LOGIA SIMBOLICA ESPAÑOLA
Unos años más tarde, 20 de Enero del 2007, la logia Rosario de Acuña, del Gran Oriente de Asturias, procede a colocar con la visita de su Gran Maestro Quilladet a colocar otra placa en el mismo Cementerio.
Asistentes al acto de colocación de la citada placa
Otras tumbas de las cuales fueron arrancados los símbolos masónicos
Una de las tumbas es del francmasón Eleuterio Alonso y ÁlvarezTextos y fotos: Víctor Guerra