Galileo Galilei, en su obra Il Saggiatore escribió: “La filosofia è scritta in questo grandissimo libro che continuamente ci sta aperto innanzi a gli occhi (io dico l’universo), ma non si può intendere se prima non s’impara a intender la lingua, e conoscer i caratteri, ne’ qua li è scritto. Egli è scritto in lingua matematica, e i caratteri son triangoli, cerchi, ed altre figure geometriche, senza i quali mezi è impossibile a intenderne umanamente parola; senza questi è un a ggirarsi vanamente per un oscuro laberinto”. Puesto que “el gran libro de la naturaleza está escrito en el lenguaje matemático”, las matemáticas a menudo han sido consideradas como el lenguaje universal que se mantiene verdadero y constante a través de los siglos, los imperios, las culturas, razas y religiones. Es el lenguaje que nos permite desvelar los secretos de la realidad y alcanzar logros tan increíbles tal como enviar a seres humanos al espacio. Pero, ¿qué idioma hablan los matemáticos?
Edición original de “Il Saggiatore”
Una de las obras más revolucionarias de la historia de la ciencia, Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica (“Principios Matemáticos de la Filosofía Natural”) por Isaac Newton, fue publicada en latín en el año 1687. En 1801, Carl Friedrich Gauss publicó Disquisitiones Arithmeticae (“Investigaciones Aritméticas”), uno de los últimos libros sólidos en matemática escritos en este idioma. Hasta finales del siglo XVII, el latín era el lenguaje dominante de la ciencia porque era un canal eficiente de comunicación entre académicos debido a que no estaba relacionado con ningún país en específico, entre otras razones políticas y eclesiásticas.
Portada de “Philosophiae naturalis principia mathematica”
Los Elementos de Euclides, considerados como el nacimiento del razonamiento lógico en matemáticas, fueron escritos en griego, traducida luego al árabe y de ahí, posteriormente, al latín, por obra del monje inglés Adelardo de Bath. Esta traducción permitió que fuera difundida ampliamente en la Europa Occidental.
Ilustración de la traduccion de “Los elementos” de Abelardo de Bath
Como pionero en el movimiento hacia publicar la ciencia en otros idiomas que ocurrió a mediados del siglo XVII, Galileo Galilei, al darse cuenta de la importancia de comunicar la ciencia al público en general, comenzó a producir sus principales trabajos en italiano. La obra de Marie Curie apareció en francés y los prominentes estudios de Albert Einstein emergieron en alemán, entre otros.
Con el paso del tiempo, debido a la necesidad de solidificar un idioma para que los científicos se pudieran comunicar a fuera de su país de origen, para el siglo XIX el francés, el alemán y el inglés tomaron la ventaja en el mundo de la investigación.
Sin embargo, desde mediados del siglo pasado, la ciencia se convirtió en una comunidad monolingüe, ya que los esfuerzos científicos más relevantes de la ciencia, tal como publicaciones, conferencias y discusiones, ocurren en inglés. Señalemos como curiosidad que una presgtiiosa revista como Archive for Rational Mechanics and Analysis admite artículos en italiano, inglés, alemán, francés y latín.
A pesar de los beneficios de tener un lenguaje consolidado para la ciencia, tal como poder romper fronteras y aprender sobre diferentes tradiciones matemáticas, también hay algunos inconvenientes. Por ejemplo, los artículos escritos en un idioma distinto al inglés llegan a una público más pequeño, por lo tanto reciben menor número de citaciones, y en consecuencia obtienen menor apoyo financiero.
Es bien conocida la importancia de la precisión de pensamiento y lenguaje a la hora del quehacer matemático. ¿Qué pasa con el conocimiento científico al estar centrado únicamente en el inglés, como por ejemplo, palabras como “mapping”, son simplemente transliteradas en muchos idiomas? Recordemos que ya en el primer Congreso Internacional de Matemáticos celebrado en Zürich en 1897, una de las preocupaciones era la terminología matemática, que requería una colaboración internacional.
Este texto no pretende criticar el uso del inglés en la comunidad matemática, por el contrario, tiene como objetivo reflexionar y provocar preguntas sobre el papel del lenguaje en la generación de nuevas matemáticas, ya que las ideas matemáticas existen a medida que las personas las puedan expresar.
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Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias, ICSU) y Viviana Márquez (Estudiante de matemáticas, Konrad Lorenz Fundación Universitaria).