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Matemáticas en el tiempo libre

Publicado el 12 agosto 2013 por Icmat

ESTALMAT es un proyecto educativo que ofrece a los alumnos con especial talento matemático una formación extracurricular que les ayude a desarrollar sus cualidades e intereses. El programa lleva más de 15 años en funcionamiento, y recientemente se ha doctorado el primer ex alumno: Javier Gómez, investigador del Instituto de Ciencias Matemáticas, que en unas pocas semanas partirá hacia Princeton como científico postdoctoral. Aprovechamos este momento para hacer una repaso del trabajo que llevan a cabo los profesores y alumnos de ESTALMAT.

Promoción de ESTALMAT 2009-2011

ESTALMAT es un programa de enriquecimiento intelectual”

“Iba una vez a la semana, los sábados, a una sesión de tres horas en la Complutense. Hacíamos matemáticas, pero muy diferentes a las que se hacen en el colegio”, recuerda Javier Gómez, investigador del Instituto de Ciencias Matemáticas. “Madrugar un sábado para estar a las 10 allí era doloroso, y más con 13 años, pero yo lo pasaba muy bien. Nos llevábamos todos genial y era divertido, siempre fue una experiencia positiva”, continua. En  julio de este año leyó su tesis “Analytical and Computer-Assisted Proofs in Incompressible Fluids”, dirigida por Diego Córdoba, también investigador del ICMAT. Con él, tras 15 años en marcha, ESTALMAT ha obtenido uno de los resultados humanos más palpables: el primer doctor en Matemáticas.

“ESTALMAT es un programa de enriquecimiento intelectual”, resume María Gaspar, investigadora de la Facultad de Matemáticas de la Universidad Complutense de Madrid, profesora del programa desde 1998 y Presidente de la Comisión de Olimpiadas de la Real Sociedad Matemática Española. Según la página web del programa en la Comunidad de Madrid, pretende “detectar, orientar y estimular de manera continuada el talento matemático excepcional de estudiantes de 12-13 años”. Y la idea es hacerlo “sin desarraigarlos de su entorno”, es decir, sin introducir a estos chicos en sistemas de educación especial, sino que sigan en sus colegios, con sus amigos. Durante los dos primeros años del proyecto las sesiones son semanales y después se realizan sesiones mensuales durante todos los años de enseñanza Secundaria y Bachillerato.

El programa empezó en 1998 en Madrid, y Javi Gómez perteneció a esta primera promoción. “Me avisó una compañera del instituto. Sabía que yo ya había participado en el Concurso de Primavera, me gustaba hacer problemas y me interesaban las matemáticas, y esto seguía en la misma línea. Me presenté por probar”, cuenta Gómez. La prueba de admisión, que sigue las mismas pautas hoy en día consistió en resolver una serie de problemas de respuesta abierta en unas tres horas. Aquella vez se presentaron alrededor de 70 niños, hoy suelen ser más de 700.

El legado de Miguel de Guzmán

El matemático Miguel de Guzmán (1936-2004), es el gran nombre detrás de este proyecto. “Fue un proyecto realmente innovador y pionero en España, aunque programas similares se desarrollaban ya en otros lugares”, asegura Gaspar. Atendía a la necesidad de encauzar el talento matemático desde la infancia, fomentarlo y permitir que los alumnos especialmente dotados para esta materia disfrutaran y ampliaran las enseñanzas del colegio.

Miguel de Gumán

Fue el mismo De Guzmán, con la ayuda de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, quien seleccionó a los 25 estudiantes que destacaron en la prueba de selección que se realizó en la Universidad Complutense de Madrid. “A mi no fue él quién me hizo la entrevista personal, pero desde luego tenía una gran influencia en el programa, la idea fue suya y él buscó la manera de llevarlo a cabo”, reconoce Gómez.

15 años después, llegamos a Princeton. Javier Gómez, es ahora uno de los jóvenes investigadores del Instituto de Ciencias Matemáticas, y desde septiembre de este año empieza una estancia postdoctoral de tres años en la Universidad de Princeton (Estados Unidos). Allí continuará con la línea de investigación que ha desarrollado en los últimos años en el Instituto dentro del proyecto de Diego Córdoba sobre “dinámica y singularidades en fluidos incompresibles”, financiado por el Consejo Europeo de Investigación. Pese a su juventud, ha publicado varios artículos científicos relacionados con los fluidos incompresibles en revistas de alto impacto y ha participado en congresos y seminarios. Sus ambiciones, por el momento, se dirigen hacia seguir dedicándose a lo que le gusta, que es investigar y continuar disfrutando de ello.

Crecimiento intelectual

“Desde el primer momento Javier destacó en su capacidad para analizar y resolver los problemas planteados”, recuerda Eugenio Hernández, investigador de la Universidad Autónoma de Madrid, profesor de ESTALMAT desde 1999, y, a partir del año 2004, cuando falleció Miguel de Guzmán, coordinador de ESTALMAT-Madrid y del resto de las sedes de ESTALMAT que están funcionando en España. “Creo que ESTALMAT le abrió un mundo de posibilidades que desconocía, permitiéndole conocer a chicos y chicas de sus edad con las mismas aficiones intelectuales y favoreciendo su participación en olimpiadas matemáticas y en otros concursos”. Gaspar coincide, “poner en contacto a los chavales es otro logro importante.”

Gómez también subraya de su experiencia a la gente a la que conoció. “Los profesores me han ayudado mucho y los alumnos eran chicos de mi edad con intereses parecidos, con los que crear una red afín”, asegura. También, evidentemente, por todas las matemáticas que les enseñaron en los cursos. “En el instituto las matemáticas son aburridas, son repeticiones y procedimientos mecánicos, allí es diferente, te enseñan a pensar”, destaca.

Matemáticas en el tiempo libre

Javier Gómez.

El programa de ESTALMAT incluye otro tipo de matemáticas a las curriculares, ya que procura no solaparse con los temarios de las clases. Son más recreativas, aprenden teoría de grafos, cómo funcionan las demostraciones en matemáticas, representaciones por ordenador… El programa no es rígido, y no se divide en teoría y problemas, sino que es más una discusión dirigida por un profesor, en el que van mostrando conceptos nuevos, se plantean problemas, los alumnos preguntan… “No tiene nada que ver con una clase estándar de matemáticas, los chicos tienen mucha curiosidad”, cuenta Gómez.

No tiene nada que ver con una clase estándar de matemáticas

Por ello tras sus años como alumno, Gómez quiso ayudar a otros estudiantes a encontrar este mundo de crecimiento intelectual. Durante sus estudios en la Universidad Politécnica de Barcelona fue profesor de ESTALMAT en Cataluña y durante la realización de sus tesis doctoral en el ICMAT lo ha sido en Madrid. “A mi me gusta dar clase, es un lujo dar clase a niños así, responde muy bien, son muy listos, muy despiertos, trabajan muy bien y además está bien echar una mano para un proyecto como este”, dice Gómez. La mayoría de los docentes, sin embargo, no son antiguos alumnos sino profesores de instituto y universidad. Ellos sí cobran por su trabajo en ESTALMAT, pero los alumnos no pagan. “Esto lo diferencia mucho de otros programas: a ESTALMAT puede presentarse cualquiera, hay un espectro mucho más amplio de chicos, y el nivel es más alto en media”, asegura Gómez. La financiación se obtiene de instituciones como el Consejo Superior de Investigaciones Científica (CSIC), las universidades, la Real Academia de Ciencias, y empresas privadas como Vodafone y Casio.

Afianzar lo conseguido

“Cuando se creó ESTALMAT, la gente entendía que los críos ocuparan horas de su tiempo extraescolar con música o deporte, pero era inconcebible que desearan dedicarlo a las mates”, recuerda Gaspar. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que es así, y que los chicos disfrutan de sus actividades en ESTALMAT”, añade. Pese a ello, no todos escogen la investigación, ni tan siquiera las matemáticas como su futuro profesional. “Ni siquiera todos hacen carreras científicas, aunque si la mayoría. Son pequeños cuando participan y al crecer evolucionan de manera diferente”, reflexiona Gaspar.

Anualmente se presentan a la prueba de selección unos 2.500 en toda España

Lo que es indudable es que el programa tiene un éxito rotundo entre los alumnos: anualmente se presentan a la prueba de selección unos 2.500 en toda España. “Son muchos los candidatos cada año: conseguir un puesto puede resultar tan difícil como algunas oposiciones duras. Los chicos que pasan son buenos en matemáticas con o sin programa, pero seguramente con él crecen más”, señala María Gaspar. Para los profesores también es una experiencia enriquecedora. “La mayor satisfacción es poder enseñar a alumnos con un gran deseo de aprender: ver como se enfrentan a los problemas planteados, las ideas que les surgen para resolverlos y poder enseñarles las formas del razonamiento lógico”, asegura Eugenio Hernández.

Tras 15 años, el proyecto ha crecido y de la Comunidad de Madrid ha saltado a otras 15 comunidades. Hay ESTALMAT en Cataluña, Burgos, Andalucía Occidental, Canarias, León, Valladolid, Segovia, Andalucía Oriental, Galicia, Comunidad Valenciana, Cantabria y Castilla La Mancha, con sedes en Albacete y Ciudad Real; en colaboración con las sociedades regionales de matemáticas, con las universidades, con asociaciones de profesores…

El programa nacional lo lleva adelante la Real Academia de Ciencias con el patrocinio de la Fundación Vodafone España. El director del proyecto es Amable Liñán Martínez, pero son muchos los profesores involucrados en el programa. Y pese a que cuenta con financiación propio, señalan que “falta tener más apoyo institucional: de la comunidad, de otras entidades, y también un mayor reconocimiento del programa”.

Sin embargo, Hernández asegura que la valoración es tremendamente positiva, y más viendo el impacto que ha podido tener en jóvenes matemáticos que ya son grandes promesas de futuro, como Javier Gómez. Aunque todavía es pronto, según señala Hernández este programa es una apuesta a largo plazo, “Todavía es difícil evaluar el proyecto, porque se trata de una inversión de futuro. Solo se sabrá si ha sido rentable cuando las generaciones a las que pertenecen alumnos de ESTALMAT puedan contribuir al desarrollo científico y tecnológico de la humanidad”, reflexiona Eugenio Hernández. Habría que esperar al menos 25 años desde su implantación para poder hacer una mejor valoración. Ahora mismo, el reto principal es afianzar lo logrado. “No pararnos, por muchas crisis que se nos echen encima. Mantener la ilusión en estudiantes y profesores por difíciles que estén las cosas”, concluye María Gaspar.

Ágata A. Timón es responsable de Comunicación y Divulgación del ICMAT.

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