Revista Cine

Matrix y el algebrista.

Publicado el 04 octubre 2010 por Francissco

El Algebrista. Iain M. Banks.Matrix y el algebrista.

Si tomáramos el universo de la Cultura e e ilegalizáramos las Inteligencias Artificiales, convirtiéndolas en obscenidades al estilo de la Jihad Butleriana de Dune, podríamos otener algo parecido a esta sociedad galáctica superextensa que se retrata en la novela.

Como encima  se menciona a la Tierra, la casita de todos, se  aporta peso y  verosimilitud a la existencia de seres humanos dentro de una galaxia de especies pensantes multiformes ¿De donde saldrían sino? Los humanos me refiero, claro…

Pero esa enorme extensión colonizada requiere de una infraestructura que la haga viable y esa no podía ser otra que los famosos portales de salto instantáneo, que conectan cual autopistas vacilonas la entera Vía Láctea. Permiten así, que multitud de especies hayan podido desarrollarse y convivir. Son como los portales mágicos de los cuentos de hadas y cuando aparecen trazan bien clarita la línea  entre el Space Opera y el hard más riguroso.

Se debe señalar  -con pasmo-  que menciona lapsos de miles de millones de años (sic) durante los cuales, supuestamente,  han ascendido y decaído numerosas razas. Tiene suerte Banks de caerme bien, mmm, por lo que le perdono tamañas barbaridades temporales aunque, a estas alturas, el achacarlo a la traducción no sé si le disculpa.  El no suele dejar que el rigor y la puntillosidad le estropeen una buena historia, pero tampoco es dado a desprecios de este tipo.

En esta narración se presentan, en parte, los efectos de la pérdida de algunos de los portales de salto translumínico  -entre tales consecuencias y primero que nada el aislamiento, como no-  en un sistema estelar concreto, además de un enigma a resolver que no desvelaré, como es obvio, a pesar de que cuando yo reseño la presente otros ya están comentando la de Materia, juas, juas.

Pero te causa una sensación rara el leerla y es que  -a pesar de la calidad habitual en el desarrollo de personajes-  parece ser que las prioridades le bailan mientras te va contando cosas. Situaciones y protagonistas que en un principio te reclaman, luego va y se diluyen. Y  cuando debería importar el ritmo se enfanga tontamente en complicadas descripciones visuales de un planeta nebuloso. Que algunas veces quedan resultonas, sí, pero en otras  la atención se dispersa de forma espectacular dejándote perdido, literalmente, por las nubes, je, je.

Menos mal que los hilos de la trama no se le escapan y poco a poco consigue llevar la carroza a la posada, aunque en el camino se le quede algún personaje desaprovechado, además de un brindis metafísico echado a perder. Quizá pensó que tan solo estaba escribiendo Space Opera…

En efecto y por lo del brindis desaprovechado, en esa galaxia con tantas cosas  -no sé si demasiadas-  hay una religión que dice que toda la  cultura estelar enterita no es sino una representación simulada informáticamente, casi nada. Al estilo de Matrix, con la gente inmersa  en ella de por vida pero, no obstante, con opción a  ”despertarse” y todo eso. Había veces, incluso, que casi tiraba la trama por ahí, pero se ve que se le agotaron las pilas y lo dejó en el rincón de la miscelanea, aah. Que pena no verle torear en esa plaza ciberpunkera y metafísica, pardiez.

Y para finalizar de una vez y en mi opinión: no está mal del todo pero a la cesta le sobran demasiados huevos,  así como alusiones a la literatura de género compartida. Bienvenida sea cierta complicidad, por supuesto, que ya todos hemos leído casi de todo a estas alturas, pero tampoco hay que pasarse.

Bueno, un saludete translumínico, para vacilar.


Matrix y el algebrista.

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