¿Un golpe de efecto? ¿El signo de los tiempos? ¿Márketing? Lo cierto es que McDonalds ha anunciado a bombo y platillo que hoy, 19 de abril, creará 50.000 nuevos puestos de trabajo para sus 14.000 establecimientos en Estados Unidos, la mayoría franquicias. La cadena de comida rápida aumentará así su plantilla el 7,7%, hasta las 700.000 personas en el país.
Trabajo poco hecho, vuelta y vuelta, con extra de patatas, ketchup y refresco desbravado, con vistas a la temporada de verano, teniendo en cuenta que cada vez más (¿restaurantes?) están abriendo las 24 horas del día.
Puestos de trabajo iniciáticos al mundo laboral de los mayores, que habrían servido como sucedáneo a escala de la sociedad de consumo y que ahora, crisis mediante, se convierten en la tabla de salvación de trabajadores cualificados sin empleo, amas de casa en busca de un segundo jornal porque el primero no llega o, en el mejor de los casos, de jóvenes universitarios sin perspectiva de continuidad que luchan por sobrevivir. Porque sobrevivir es lo que les espera a razón de una media de 8,3 dólares por hora (unos 5,8 euros al cambio de hoy). El sueño americano pasado por la trituradora, atiborrado de aditivos en medio de unas rodajas de pepinillo y convertido en hamburguesa feliz.