Sí, tengo que admitirlo, yo soy una de esas mamás a las que les da pena que los niños empiecen el cole y más si es ésta es la primera vez que deben enfrentarse a esta nueva realidad.
Sí, es verdad que las vacaciones son largas y tienen muchas horas, que hay momentos en los que necesitamos paz y tranquilidad o solo un poco de intimidad. Sí, es verdad que a lo largo de estos casi 6 años que llevo siendo mamá ha habido muchos momentos de estrés, cansancio extremo y de locura, pero sus risas, sus abrazos y sus te quiero siempre han acabado calmando mis nervios, proporcionándome una dosis extra de energía y la locura ha acabado en sesiones de cosquillas o de abrazos o sencillamente se ha diluido sola.
En breve, en poco menos de una semana finaliza una etapa en nuestras vidas y empezamos otra. Mis hijos se van haciendo mayores, uno entra en primaria y el pequeño en educación infantil. Para ambos empieza un nuevo periodo y termina otro. Sí, me da pena que mis hijos empiecen el cole, porque ello significa que se hacen mayores y tengo la sensación que debía haber aprovechado más el tiempo que he pasado con ellos, que todo pasa demasiado rápido y que la infancia es un suspiro que no nos da tiempo a saborear sus infinitas dulzuras . Sin embargo, soy consciente que esta es una sensación natural que todos (o muchos) padres y madres tenemos, que forma parte de la maternidad o de la vida misma.
Sí, me da pena que empiecen el cole. Sí, como toda madre me siento inquieta por tener que dejar a un pequeño de apenas 3 años a cargo de terceras personas cuando siempre ha estado a mi lado. Sí, es cierto, pero debo confiar al igual que lo hice en su momento con mi hijo mayor. Debemos confiar en los profesionales de los centros educativos y creer en ellos. Sí y eso es lo que hago e intento transmitir a mis pequeños. El cole no es un lugar malo, ni un castigo ni nada similar. En el cole se aprende junto a otros niños, se aprenden nuevas formas de hacer y ser, se aprende a compartir, se aprenden normas y rutinas que nos ayudan a ser mejores y nos preparan para vivir en sociedad.
Pero nuestra labor como padres no termina cuando empieza el cole, nuestra labor de guía debe continuar, ahora, en colaboración con los profesionales de la educación más formal que reciben nuestros hijos en las escuelas, no podemos ni debemos bajar la guardia. Somos sus educadores principales, sus modelos, sus guías, sus padres y por tanto los encargados de transmitir nuestros valores vitales como la importancia de compartir, de colaborar, de ser amables, empáticos o transigentes con los demás. Esto se enseña en casa, se construye desde casa y en la familia. La escuela nos ayuda a formar personas pero ésta es una obligación de los padres.
Sí, me da pena que mis hijos empiecen el cole pero confío en él como parte de la educación y formación que necesitan.
Foto cortesía: Jim Larrison via photopin cc