Duré casi siete años es este trabajo. Es en el que más tiempo he durado, el que más me ha exigido, el que más disfruté, en el que más crecí profesional y personalmente y el que, al final, resultó ser también el más decepcionante.
Pero así es la vida. Nada es para siempre, no tenemos asegurada la vida para mañana y la chamba tampoco es una certeza universal. Lo que ahora me pone a mí y a mi familia en una situación precaria y novedosa.
Hacia poco más de 8 años que no estaba desempleado. Aquella ocasión no tenía hijo, prácticamente me acababa de casar, y no había tenido las experiencias que ahora tengo. Creo que estaba en desventaja.
Hoy las cosas son muy diferentes. Tengo, quizás, más estabilidad emocional, una experiencia tanto de vida como profesional que me permite tener un poco más de seguridad y de tranquilidad frente al futuro.
No lo niego: tengo temor y expectativa frente a lo que pueda suceder, me preocupa la situación económica de la familia, pero, por alguna razón, sé que se arreglará sin tanto sufrimiento.
Por ahora estoy un poco varado en esta casa, en esta ciudad, esperando a que me resuelvan mi estatus frente a algunas cuestiones, pero una vez que se resuelvan a mi favor o en mi contra, podré partir rumbo al futuro... Cualquiera que este sea.