Cuando leo un un titular “Vía libre”, “autoriza”, “permite“… me pongo de buen humor, me gusta y me alegra la primera parte del día por lo que supone de grieta en el muro que nos separa de la libertad, cualquier libertad. La “cuestión vasca” se me escapa, no me atrevo, por prudencia, a opinar salvo en contadas, contadísimas, ocasiones porque la única seguridad que tengo es de que ando en tierras pantanosas sin calzado adecuado ni brújula. Seguramente ni el mismísimo responsable de logística de ETA (en estos momentos no sé quién ocupa el lugar y me entero como la mayoría cuando leo que le detienen, unas dos ó tres veces al año, lo que lo convierte en un cargo de alta rotación) tiene todos los datos.
Pero me anima y da puntos a mi fe en la humanidad que en la “fiesta de la democracia” del próximo 22-M, además de ser todos los que están, estén todos los que son. También me gusta que a la derecha no le guste, eso ya es síntoma de que la decisión del Constitucional sobre Bildu implica integración y no exclusión, y me gusta también este artículo de Ignacio Escolar en Público. También me gusta que sea viernes y haga sol.