Cuando era un mequetrefe vi dos películas que me gustaron a rabiar. Con el tiempo, las recordaba de vez en cuando porque me hubiera gustado volver a verlas. No soy un pirata y no me bajo ni películas ni canciones de Internet. Prefiero pagar a que me entre un virus. Las compré en Amazon hace poco.
La primera, "Duelo en el Atlántico", es como una partida de ajedrez entre un destructor (capitán, Robert Mitchum) y un submarino alemán (capitán, Curd Jurgens) en la que ambos salen como ganadores o perdedores, según se mire, pero con un respeto mutuo por la sagacidad del contrario. La única vez que la vi fue en las sesiones de cine dominical en mi cole (San Ignacio-Sarriá).
En la segunda, "El tren", protagonizada por Burt Lancaster, aparte del interesante argumento, salen muchas máquinas de vapor. Siempre me han gustado porque cuando era pequeño yo vivía en Montblanc; allí me iba a un pequeño promontorio en donde tenía una perspectiva magnifica de la estación. Admiraba el maniobrar y pasar esas máquinas mastodónticas con su peculiar olor a humo, silbidos, resoplidos de vapor, el llenado de agua con la inmensa manguera sobre el ténder, el patinar de sus ruedas al ponerse en marcha y, sobretodo, el movimiento de sus bielas. Toda la película es un continuo maniobrar de trenes.
¡Cómo se nota que estoy chapado a la antigua... pero me lo pasé de coña!. En "mis tiempos" en los cines echaban dos películas en la misma sesión y, por tanto, volví a mi juventud sin ruido de palomitas, sin nadie que me molestara y no necesité a ningún "acomodador". ¡Uauuu, qué gozada!