Triste ( y breve ) historia de un pimiento.
Este post se lo dedico a la última baja de mi huerto… No quiero que piense ( allí dónde esté) que me importaba un pimiento.
De la flor blanca, emergió el pequeño pimiento… Eran sus primeros días en este planeta ( de los pocos que le tocaban vivir hasta que yo lo cosechara). Esta matita era de pimientos rojos dulces, así que la progresión se intuía emocionante.
Se llamaba, Pimiento Jr.
¿De ahí se podía obtener un bonito y gordito pimiento rojo? … ¿Cómo?…Nunca lo sabremos.Cuando he salido a regar no veía un pimiento. Bueno, no veía al “pimiento”.Me he acercado un poco más y lo he encontrado caído, allí, en la tierra (especial abono ecológico para huertos urbanos).
Hay otros creciendo pero este…Este era el primer pimiento-rojo-dulce que se producía en este huerto y eso le daba un status especial… Es verdad, por eso, que ya hay otros pimientos probando suerte… Alguno veré rojo…
En cambio, las guindillas van a lo suyo. Nada las afecta. Ni siquiera el cuerpo presente del mini pimiento a escasos centímetros de sus matas. No tienen ningún escrúpulo y yo, tampoco. Este año, las recojo mucho más pronto tras comprobar en la Pasada Edición Huerteril que a más tiempo en la mata, más picantes.
El aceite “Hot” que salió de las del año pasado, no hay quien lo pruebe sin ponerse rojo, gestualizar( muchísimo) y beber agua como si fuera la vida en ello. Yo ya advierto que es mejor tomar leche para acabar con el picor, pero nadie me hace caso. Apetecer (leche después de una guindilla!), ya sé que no apetece pero, oye, es un remedio…
Ya hay un par que han escapado de mi sagaz vigilancia y se me han ido a la talla “guindillazo” y no sé si picaran pero, de momento, las más pequeñas , doraditas en aceite de oliva virgen , escurridas y salpicadas de Sal Maldon, están tiernas, dulces y buenísimas…
En la próxima tapita de guindillas ( mi huerto sólo da para “tapitas” ; – ), pienso freír al pobre mini-pimiento . Como señal de respeto.In Pimiento Memoriam…