Aunque suene a chascarrillo, quien haya estado alguna vez por la zona almeriense conocida como "el mar de plástico", la que de veras es la única construcción humana visible desde el espacio, sabrá de la importancia económica de esta hortaliza, cuya propaganda de simientes ocupa la mitad de las vallas publicitarias de la región.
Por eso resulta tan sangrante que, una vez más, el gobierno alemán eche balones fuera y cargue sobre los hombros de lo que ellos consideran poco más que un país tercermundista (nosotros, vaya) una responsabilidad que es exclusivamente suya.
Las pruebas son concluyentes: los únicos españoles afectados son una atleta española que acudió a competir a Hamburgo, donde permanece hospitalizada, y un Donostiarra que acababa de regresar de Alemania, ninguno de los cuales consumió pepino durante su estancia. Asimismo, se han detectado numerosos casos en otros países europeos, todos de personas que habían estado en Alemania, así que parece claro es que el origen de la bacteria está en su país y no en el nuestro.
Aunque a ZP le queden dos telediarios, debería convocar a toda la prensa internacional, dar un puñetazo sobre la mesa y exponer estos hechos claramente. También deberían hacerse análisis exhaustivos de productores e intermediarios, y publicarlos para que los consulte quien quiera, y, como última medida, reclamar a Alemania el resarcimiento de daños por su política irresponsable.