
Este libro fue una de las apuestas de mi hermana pequeña, lo encargó a Círculo de Lectores atraída por su titulo. Y nos ofrece el testimonio de una menor que vivió en su propia piel un matrimonio precoz y el valor que tuvo para escapar de la prisión en la que vivía. El libro está escrito en colaboración con Delphine Minoui, es ella la que en el prólogo realiza un dibujo social, cultural, económico y religioso de Yemen, y también es la que al final retoma la palabra para desmitificar un poco la visión optimista que nos ofrece el libro.
La historia de esta niña yemení, ha despertado en mí un episodio que creía dormido, y me ha indignado profundamente. No recuerdo el tiempo que hace, pero si el haber sido presa de la rabia un día viendo la televisión. Ante mis ojos desfilaban niñas entre cuatro y diez años que iban a contraer matrimonio con hombres que les triplicaban o cuadruplicaban la edad, hombres en definitiva que podían ser sus padres. Era un matrimonio colectivo y no recuerdo tampoco de que país musulmán se trataba, pero sí recuerdo los trajecitos blancos de las niñas, los ojos excesivamente maquillados y esos pequeños labios pintados de rojo. Parecían fulanas y seguramente a más de una le espero el horror esa misma noche.
Para justificar esos matrimonios, decían que a las niñas no se las tocaba hasta que no eran mujeres y cumplían la mayoría de edad, y digo yo para eso para que casarlas cuando aún son niñas, porque romper su infancia, porque no permitirles ser lo que son, detrás de esa promesa de respetar a las niñas se escondía y se esconde otra realidad, que expone el libro con toda su crudeza, en cuanto se casan pasan a formar parte de la familia del marido, él tiene autoridad sobre ellas, cualquier pacto realizado con el padre puede caer en papel mojado y el hombre puede disponer de su esposa como le venga bien, incluso forzarla a mantener relaciones matrimoniales, tenga la edad que tenga.
Recuerdo que aquello me indispuso para todo el día, pensé en la suerte que tuve de nacer en un país como España, con una cultura totalmente diferente, por suerte aquí la gente se casa con una edad más adecuada y sabiendo la mayoría de las veces lo que quiere y con quien quiere… Leer este libro me ha hecho darme cuenta de lo afortunada que soy, y sobre todo me ha abierto los ojos a otras realidades.
Noyud nació en una aldea, no tiene papeles, y no sabe exactamente la edad que tiene, pero hablando con su madre y tras un cálculo muy complicado, llega a la conclusión de que tiene unos diez años, le gusta lo mismo que a cualquier chiquilla de su edad, comer dulces, jugar con sus hermanos, ir a la escuela y dibujar. Y todo eso nos lo cuenta la niña en primera persona. Alterna los capítulos en los que nos habla de su divorcio con los que narra lo que le llevo a estar inmersa en esa situación tan atípica en su país, ya que ninguna chica hasta el momento había cuestionado la decisión de los padres de casarla.
El testimonio de Noyud es en ocasiones desgarrador, sobre todo cuando nos cuenta como su padre le comunica que le ha conseguido marido, como sus sueños de una boda con un traje bonito, las manos pintadas de alheña, y un bonito peinado se ven truncados cuando la casan en pocos días con un traje demasiado grande para ella y sin que sepa nada de lo que le deparara su nueva vida como mujer casada. De momento se encuentra en una fiesta que para nada se parece a la que ella soñó un día, y a la mañana siguiente en un jeep camino de nuevo a la aldea que había abandonado años atrás para instalarse en la capital.
La niña nos hace participes de la tristeza que siente de abandonar la casa de sus padres, el miedo que siente a lo desconocido, el asco que le da su recién estrenado marido, el viaje accidentado hasta la aldea, el rechazo de su suegra que la considera una niña mimada, aún cuando Noyud ha pasado muchas privaciones. Cómo el marido rompe la palabra dada al padre de que la respetaría hasta que fuera mayor, el dolor y sobre todo las vejaciones que sufría a diario a manos de su marido, el miedo que sentía a la llegada de la noche… Y como consiguió volver de nuevo a la casa de sus padres por unos días y al final decidió ser valiente y denunciar su situación.
No es una situación típica de su país, las tribus y los jefes tribales tienen mucho poder, no es fácil que un hombre escuche a una mujer y menos si esta es una niña, sin embargo la rudeza con que el marido trataba a la niña, llevó a los jueces a ponerse de su parte y a hacer frente común por su causa, aún sabiendo que no sería fácil conseguir el divorcio.
También es la propia Noyud la que cuenta en primera persona como se sentía durante la sesión de divorcio, el miedo que le daban los reporteros, el temor que le infundía volver a encontrarse con su maltratador, la impotencia que sentía hacia las mentiras que él le decía al juez, que le hicieron olvidar todo decoro de una mujer musulmana, que no debe hablar mientras un hombre no le pregunte.
No se puede recuperar la inocencia una vez la has perdido, ni el candor una vez este ha desaparecido, pero si se puede luchar por recobrar algo de esa infancia que te han robado, volver a hacer lo mismo que cualquier niña de tu edad, ir a la escuela, jugar en la calle y soñar con un futuro mejor y prepararte para él. Este es un libro escrito con el testimonio de una niña fuerte, con un carácter muy obstinado que no se supo doblegar al destino que sufren muchas mujeres en su país, una niña que quiso volver a ser lo que era y que lo consiguió aunque el precio a pagar todavía sea incierto. Una niña que ha abierto la puerta a otras que como ella han sido casadas en contra de su voluntad, una niña que sigue viviendo en la pobreza a pesar de todas las luces de neón que se encendieron a su alrededor cuando empezó y terminó el juicio.
Una niña que vive en un país en el que ser mujer es un pasivo, no tiene valor alguno, una niña que quiere llegar a ser abogada para endurecer las leyes de su país con respecto al matrimonio, para impedir que ninguna otra menor tenga que pasar por lo mismo que ella mientras tenga edad de divertirse. Vale la pena conocer la historia de esta pequeña, porque a través de ella se puede conocer un poco la vida de Yemen, la de sus aldeas, sus costumbres tribales, la vida de la capital, la pobreza y la riqueza de un país con grandes desequilibrios sociales y económicos. La parte vieja de la ciudad, con sus peculiaridades, sus olores, descubrir cosas como que era demasiado pequeña para ver la mercancía expuesta en los mercados, que quedaban fuera del alcance de sus ojos y sin embargo podía estar casada. El caos de la capital, el trajín de un juzgado, el circo mediático que los occidentales montamos ante cualquier caso de resonancia.
Son muchas las cosas por descubrir y un mensaje claro, quien algo quiere algo le cuesta y que la valentía es un activo en la vida de cualquier mujer, un bien que se cotiza al alza y que te da fuerzas para escapar de un futuro incierto, aunque no sepas muy bien que te deparará la vida. Son 152 páginas sobrecogedoras en algunos momentos, porque el testimonio de Noyud se contrapone al de su hermana que no tuvo valor para alzarse en contra de su padre. Y sin embargo a pesar de la impotencia y la rabia que me ha desatado, pienso que es una lectura a tener en cuenta, para saber lo afortunadas que somos y sobre todo para conocer una realidad que nos es en ocasiones ajena y ante la cual no deberíamos cerrar los ojos.
Ojalá la vida trate bien de ahora en adelante a esta muchacha, y a otras en su misma situación, ojalá en un futuro los padres vean otras salidas que las de dar a sus hijas en matrimonio cuando la pobreza acucia, ojalá las mujeres sepan alzar la voz y oponerse a las decisiones de sus maridos cuando lo consideren oportuno. Un testimonio de una gran mujer, pequeña por fuera y muy madura por dentro, una niña a la que le robaron la felicidad pero fue capaz de recuperar la sonrisa, y hacérsela recuperar a otro miembro de su familia.