¿Cuántas veces hemos dicho la expresión “me quema la cabeza”?
¿Cuántas veces pensás “Si no cuento hasta 10 voy a estallar”?
Este tipo de manifestación no suele ir asociado a migrañas ni a ningún tipo de dolencia física sino solo a una sensación de inquietud, “de no saber qué”, “de no saber cómo” y, en resumen, al estrés.
El “burnout” o “síndrome de burnout” es una expresión contemporánea con la que denominamos a los síntomas que aparecen debidos a una exposición prolongada a factores estresantes emocionales e interpersonales que se presentan en el trabajo, incluyendo fatiga crónica e ineficacia, pudiendo estar acompañada o no de una negación a la situación existente.
Es de destacar que este síndrome no es reconocido por el DSM como tal, aunque en el CIE-10, bajo el epígrafe Z 73.0, se lo relaciona a “problemas relacionados con el manejo de las dificultades de la vida”.
Además, en los países europeos, (CIE-10 código F 48.0) suele diagnosticársele junto con el síndrome de neurastenia, lo que demuestra que está directamente asociado a una forma de disfunción emocional y/o mental.
Dependiendo de en cual país hispanohablante nos encontremos, este síndrome es también conocido con la siguiente sinonimia:
- Síndrome de desgaste profesional
- Síndrome de desgaste ocupacional
- Síndrome del trabajador desgastado
- Síndrome del trabajador consumido
- Síndrome de quemarse por el trabajo
- Síndrome de la cabeza quemada.
Desde el punto de vista del idioma francés a veces es utilizado el término “surmenage” para referenciarlo, por lo que tendremos que concluir que, dado lo novedoso del concepto, hay un sinnúmero de conceptualizaciones y diferentes modelos explicativos.
Históricamente hablando, parece ser que el término “burnout” fue utilizado por primera vez en 1969 en el marco de una investigación sobre el comportamiento y niveles de estrés presentados por los oficiales de libertad condicional y fue definido como un “fenómeno psicosocial”.
Es hacia el año 1974 cuando el psicólogo estadounidense Herbert Freudenberger, en base a sus estudios, lo asocia también al personal sanitario.
Basándose en sus investigaciones sobre una población de médicos, enfermeras, nutriólogos, psicólogos, psiquiatras, terapeutas ocupacionales y trabajadores sociales entre otros, expresó la siguiente definición en su libro “STRESS AND BURNOUT AND THEIR IMPLICATION IN THE WORK ENVIRONMENT”
“… deterioro y cansancio excesivo progresivo unido a una reducción drástica de energía (…) acompañado a menudo de una pérdida de motivación (…) que a lo largo del tiempo afecta a las actitudes, modales y comportamiento en general”
El síndrome se debe a variadas causas aunque encuentra su foco más fértil principalmente en profesiones de alto contacto con personas, con horarios de trabajo excesivos y con procesos/actividades complicados o de alto riesgo, además de una alta responsabilidad.
Los desencadenantes de este padecimiento son variados pero están claramente asociados, por ejemplo, a percepciones de injusticia, falta de recompensa, sobrecarga, mal ambiente laboral, etc.
Por enumerar una lista corta, también podemos citar los siguientes desencadenantes:
- La falta de percepción de capacidad para desarrollar el trabajo. (“Es que no puedo, es que me cuesta demasiado trabajo, es que es mucho…”)
- El exceso de trabajo, la falta de energía y de recursos personales para responder a las demandas laborales.
- El conflicto de puesto, esto es, la incompatibilidad entre las tareas y conductas que se desarrollan con las expectativas existentes sobre el mismo rol.
- La ambigüedad, incertidumbre o falta de información sobre aspectos relacionados con el trabajo (evaluación, funciones, objetivos o metas, procedimientos, etc.)
- La falta de equidad o justicia organizacional.
- Las relaciones tensas y/o conflictivas con los usuarios/clientes de la organización.
- Los impedimentos por parte de la dirección o del superior para que pueda desarrollar su trabajo.
- La falta de participación en la toma de decisiones.
- La imposibilidad de poder progresar/ascender en el trabajo.
- Las relaciones conflictivas con compañeros o colegas.
Desde el punto de vista preventivo es importante identificar como focos de atención a los siguientes.
- Fatiga Crónica, llegar al trabajo ya cansado.
- Ineficacia, que es, básicamente, dejar de hacer las cosas que regularmente se hacían, con el mismo nivel de calidad, a la misma velocidad, o con los mismos resultados.
- Negación de lo ocurrido, no admitir que se está bajo niveles absurdos de stress.
- A nivel físico, insomnio, dolor de cabeza, mareos, dolores musculares, trastornos digestivos, infecciones, manchas o afecciones en la piel, trastornos respiratorios y circulatorios o digestivos, e incluso, variaciones en el peso.
Aún no se ha definido un tratamiento específico para este padecimiento, sin embargo, la ayuda psicológica es una de las alternativas a buscar cuando se sufre de este síndrome, ya que puede brindarle al afectado las herramientas necesarias para que pueda llegar a disfrutar de otras actividades que le mantengan equilibrado entre la tensión que le genera sus actividades diarias y aquello que le proporciona bienestar, sean hobbies o tareas placenteras.
Más específicamente, y desde el punto de vista personal, esto es, desde lo que podemos hacer nosotros mismos para evitar caer víctimas de este síndrome, es conveniente prestar especial atención a:
- Trabajar mejor en vez de más.
- Establecer objetivos realistas.
- Realizar lo mismo de forma diferente, huir de la rutina.
- No tomar las cosas de forma personal, ya que esto genera cansancio emocional.
- Prohibido llevarse el trabajo a casa.
- Acentuar los aspectos positivos de nuestro día a día.
- Un buen apoyo es la pareja y los amigos, ya que son, en buena parte, una ayuda en la reducción de la tensión emocional.
- Autoanálisis. Es sumamente importante analizar nuestras propias reacciones y reflexionar.
El test de Maslach
El instrumento de investigación más utilizado para la evaluación de este síndrome es el Maslach Burnout Inventory (MBI).
Este test de evaluación fue desarrollado por la psicóloga estadounidense Christina Maslach, que es reconocida como una de las mayores expertas e investigadoras del Síndrome de Burnout.
Esta escala tiene una alta consistencia interna y una fiabilidad cercana al 90%, está constituido por 22 ítems en forma de afirmaciones, sobre los sentimientos y actitudes del profesional en su trabajo y hacia los pacientes con la intención de medir el desgaste profesional.
El cuestionario Maslach se realiza rápidamente, digamos entre 10 a 15 minutos y mide los 3 aspectos del síndrome, también conocidas como subescalas:
- Agotamiento emocional.
- Despersonalización.
- Realización personal.
Con respecto a las puntaciones, se consideran bajas cuando están por debajo de 34.
Obteniendo altas puntuaciones en las dos primeras subescalas (Agotamiento Emocional y Despersonalización) y bajas en la tercera (Realización Personal) permiten diagnosticar el trastorno.
En lo que respecta a cada sub escala podemos decir lo siguiente:
- Agotamiento emocional. Consta de 9 preguntas. Valora la vivencia de estar exhausto emocionalmente por las demandas del trabajo.
Puntuación máxima 54.
Afirmaciones en el cuestionario: 1, 2, 3, 6, 8, 13, 14, 16, 20.
- Despersonalización. Está formada por 5 ítems. Valora el grado en que cada uno reconoce actitudes de frialdad y distanciamiento.
Puntuación máxima 30.
Afirmaciones en el cuestionario: 5, 10, 11, 15, 22.
- Realización personal. Se compone de 8 ítems. Evalúa los sentimientos de autoeficacia y realización personal en el trabajo.
Puntuación máxima 48.
Afirmaciones en el cuestionario: 4, 7, 9, 12, 17, 18, 19, 21.
La escala se valora según el siguiente rango:
0 = Nunca
1 = Pocas veces al año o menos
2 = Una vez al mes o menos
3 = Unas pocas veces al mes o menos
4 = Una vez a la semana
5 = Pocas veces a la semana
6 = Todos los días
Las referencias usadas en la tabla son:
AE: Agotamiento Emocional;
D: Despersonalización;
RP: Realización Personal.
Ref
Afirmación
Valor
AE
1. Me siento emocionalmente defraudado en mi trabajo.
AE
2. Cuando termino mi jornada de trabajo me siento agotado.
AE
3. Cuando me levanto por la mañana y me enfrento a otra jornada de trabajo me siento agotado.
RP
4. Siento que puedo entender fácilmente a las personas que tengo que atender.
D
5. Siento que estoy tratando a las personas que atiendo como si fuesen objetos impersonales.
AE
6. Siento que trabajar todo el día con la gente me cansa.
RP
7. Siento que trato con mucha efectividad los problemas de las personas a las que tengo que atender.
AE
8. Siento que mi trabajo me está desgastando.
RP
9. Siento que estoy influyendo positivamente en las vidas de otras personas a través de mi trabajo.
D
10. Siento que me he hecho más duro con la gente.
D
11. Me preocupa que este trabajo me esté endureciendo emocionalmente.
RP
12. Me siento muy enérgico en mi trabajo.
AE
13. Me siento frustrado por el trabajo.
AE
14. Siento que estoy demasiado tiempo en mi trabajo.
D
15. Siento que realmente no me importa lo que les ocurra a las personas a las que tengo que atender profesionalmente.
AE
16. Siento que trabajar en contacto directo con la gente me cansa.
RP
17. Siento que puedo crear con facilidad un clima agradable en mi trabajo.
RP
18. Me siento estimulado después de haber trabajado íntimamente con quienes tengo que atender.
RP
19. Creo que consigo muchas cosas valiosas en este trabajo.
AE
20. Me siento como si estuviera al límite de mis posibilidades.
RP
21. Siento que en mi trabajo los problemas emocionales son tratados de forma adecuada.
D
22. Me parece que los beneficiarios de mi trabajo me culpan de algunos de sus problemas.
Total AE:
Total D:
Total RP:
Etiqueta: Consultoría Psicológica