Me voy unos días de vacaciones. Buscaré espacio y tiempo para escribir. Después de publicar mi primera novela, "Tienes que Contarlo", tengo la sensación de que debo darle una continuidad al policía Julián Ortega y a la periodista de sucesos Leire Castelló. Esta última verá en la segunda entrega como cierra su diario, EL UNIVERSAL, y se buscará la vida para poder seguir denunciando los abusos y la corrupción en la sociedad actual. No le será nada fácil: una ficción como la realidad del periodismo de hoy en día.
Me voy ilusionado porque a la vuelta de unas semanas pondremos en marcha con Ignacio Escolar eldiario.es un diario digital que llevábamos en la cabeza hace bastante tiempo.
Una docena de accionistas, todos vinculados a los medios de comunicación, creemos que vale la pena contar las cosas que están sucediendo desde la independencia y la solvencia profesional, sin atrincherarnos en siglas o en ideologías, pero comprometiéndonos con los ciudadanos que necesitan conocer la verdad, o por lo menos que le aproximemos a ella con profesionalidad y sin ataduras ni compromisos.
Me voy, también, con la certidumbre de que habrá que seguir esforzándose por resistir y luchar contra las medidas erróneas que están adoptando los políticos de nuestro país que nos están hundiendo cada vez más en el pozo de la recesión y el desencanto. Soy consciente de que cualquier esfuerzo personal es insuficiente y hasta baldío, pero se que si no se opone resistencia contra los recortes en los servicios públicos y los aumentos de impuestos que afectan a la mayoría de la población (los asalariados) nuestros políticos seguirán dinamitando el estado del bienestar de la mayoría de los ciudadanos.
Me voy pero seguiré conectado, atento a este gobierno que ha decidido veranear cerca de la Moncloa para celebrar en agosto varios Consejos de Ministros en los que se pueden tomar graves decisiones. No se dan cuenta de que si no aplican medidas de crecimiento nos van a llevar a la quiebra social en los próximos dos años.
Intentaré irme sin desaparecer para poner mi pequeña e insuficiente oposición al posible recorte de las pensiones o a las subidas abusivas de los servicios imprescindibles.
Me voy y, sin embargo, por primera vez me quedo y no desconecto.