La sensación de bochorno nada más llegar aCangas de Onísya nos hizo ver las cosas de otra forma, lo de intentar hacer una buena marca habría que dejarlo para otro día, la salud es lo primero y el día no estaba para tonterías.
Tras las fotos de rigor previas y con un ambientazo ya habitual en esta longeva carrera, tomamos la salida disfrutando del grandiosoPuente Romano de Cangas de Onísy con rumbo hacia elSantuario de Covadonga
Como os decía el calor y sobre todo la humedad apretaban pero con las buenas sensaciones en los entrenamientos de las últimas semanas y las piernas respondiendo, decidí probar y enseguida me metí en un ritmo de 4:15. Esto duró cuatro kilómetros y fue entonces cuando “volví a la cordura” y entendí que ni de broma podría mantener ese ritmo durante todo el recorrido y además igual me lo hacía pagar caro antes de lo previsto, así que aflojé y seguí hasta
Covadongacon ritmo cómodo en torno al 4:40. Las últimas rampas antes de llegar a la Basílica se hicieron duras pero tener allí cercaLa Santinaes un plus de motivación que las piernas agradecieron.Entre los kilómetros ocho y once noté que ibabastante alto de pulsacionesy como lo primero es lo primero, tocaba relajar un poco y recuperar, así que los kilómetros doce y trece ya de vuelta hacia Cangas aun siendo rápidos por la bajada me los tomé con calma hasta ver que el pulso volvía a su ritmo normal de carrera. Desde ese momento y ya hasta la meta,cada zancada se me hizo eterna, con ritmos medios entre 4:45 y 4:55 el calor no nos daba tregua y la cabeza solo pensaba en parar. Esos últimos kilómetros los sufrí como ya no recordaba, intenté tomármelos con calma y sobre todo controlando el pulso.La verdad es que en esos momentos durillos en carrera salen a relucir todos los kilómetros hechos en los últimos años, los entrenamientos largos, los rápidos, los lentos, que entre todos hacen que uno conozca bien su cuerpo, sus sensaciones y cómo afrontarlo. No me quiero ni imaginar a los pobres que ayer disputaran su primer medio maratón.
A dos kilómetros de la meta me llevé un buen susto cuando apenas cincuenta metros por delante un corredor se desplomó y tuvimos que llamar a las asistencias, la rápida actuación de una médico que se bajó de su coche fue providencial hasta la llegada de la ambulancia. Gracias a Dios parece que la cosa se quedó en un buen susto.
Volviendo a lo deportivo lo importante es que tras21 kilómetros de puro esfuerzoen 1 hora 41 minutos y 54 segundos llegó la recompensa, cruzar la meta siempre es gratificante y más si ha costado como ayer. El encuentro con los compañeros delClub del Corredortambién fue reconfortante, caras de sufrimiento pero todos con el deber cumplido.
No me quiero olvidar hoy de dar mi más sincera enhorabuena y enviar un fortísimo abrazo a los enormesCati, Ale y Juanque hoy se las han visto con el maratón deEdimburgo, están como motos.
Ahora ya me despido y como no puede ser de otra forma solo me queda deciros quePROMETO ENTRENAR…