Revista Psicología
La empatía esta de moda. A lo largo del siglo XX dentro de las habilidades mentales fue la cognición la que experimento mayor protagonismo. A finales de esa centuria apareció con fuerza el concepto de “Inteligencia emocional” (Goleman) revindicando la emoción como habilidad intelectual. En lo que llevamos de siglo XXI surgen otras orientaciones, fundamentalmente la “Inteligencia social” y sobre todo la “Empatía”. Pasando de una cultura de pudor a expresar las emociones humanas a revindicarlas como signo de fortaleza.
Para ser un buen médico no basta con formación técnica y ser competente en el diagnostico. Se le presupone que debe estar dotado de una capacidad de comunicación y comprensión con el paciente. La empatía médica empieza a valorarse como una excelente herramienta de la practica clínica. Auque sea un instrumento no fácil de conseguir ni de practicar.La cordialidad se presupone, pues no deja de ser una cuestión de modales o de buena educación. Y aunque en desuso –lamentablemente- en la sociedad actual, suele respetarse por lo general en la actividad asistencial sanitariaOtra cosa, es dar un paso mas arriba y llegar a la simpatía y sobre todo conseguir ser empaticos .La simpatía suele nacer espontáneamente, sin necesidad de aprendizaje . Alguien te cae bien, “te da buena espina” y te sientes cercano afectivamente a su forma de ser, auque no tienes porque compartirla. Surge de forma naturalLa empatìa ya es otra cosa. Es “una identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de animo de otro”, o en otras palabras “ es aquella capacidad de ponerse en el lugar del otro”. Y eso ya es complejo, no es innato, necesita de un aprendizaje y se va construyendo y mejorando con el tiempo. Al médico no le enseñan a ser empático ni en la Facultad ni posteriormente. Se han logrado avances técnicos espectaculares en medicina pero nadie atiende ni invierte en las habilidades emocionales de los profesionales. Parece interesar menos . Es mas, los escenarios asistenciales masificados , con incremento de litigios, conducen a posiciones defensivas en el profesional, que podrá seguir teniendo rigor pero va perdiendo apego y se encierra en un caparazón de asepsia y hermetismo. Se ha experimentado la base neurocientífica del sentimiento empatico del dolor por los médicos. Hoy se estudia casi todo. Y así en la Universidad de Chicago, se cogió a un grupo de médicos ( y a sus parejas como grupo control) y se les practico una “resonancia magnética funcional” mientras visualizaban videos de actos médicos que implican dolor (pinchar, por ejemplo) . Comparando con los controles, los médicos mostraban una respuesta significativamente menor en las regiones cerebrales involucradas con la empatía por el dolor. Se desarrolla una sistema de protección (“ supervivencia emocional”) contra el dolor ajeno. Comprensible y probablemente necesario. En la actividad cotidiana de esta profesión se palpa mucho sufrimiento. Es complejo mantener el equilibrio entre los extremos de volcarse emocionalmente con el que sufre y hacer profesionalmente el oficio desde la una “cápsula blindada” a las emociones. El anhelado punto medio, allí donde suele estar la virtud. ¡ que difícil de conseguir ¡Ponerse en el lugar de los demás, ser empáticos, vivir su sufrimiento como propio, tiene un coste personal difícilmente digerible. Máxime cuando lo tienes que hacer, solo, sin ayuda ni formación alguna, y apechugando con tus propios problemas, una vez que abandonas tu trabajo y dejas colgada la bata- con su carga de sufrimiento-, en la taquilla. Por qué al día siguiente, más de lo mismo.