El titular de la entrevista era contundente: "En España nos falta cultura del fracaso, pero también del éxito".
Su autor, Xavier Verdaguer (@xavierverdaguer), de la empresa Innovalley en Silicon Valley (California, EEUU), desde donde salen bolsas solares que cargan la batería del móvil hasta calzado deportivo con sensores de vibración que funcionan como GPS. La "ropa inteligente" es la última aventura en la que se ha embarcado este emprendedor catalán, que salta de un proyecto a otro movido por la pasión por lo que hace y la aversión a la rutina.
José María Gasalla, autor de obras como Confianza o Quien lidera, confía, me decía también una vez: "No sólo existe el miedo al fracaso sino también miedo al éxito. En un país como Estados Unidos, la gente se siente orgullosa de la persona que progresa. A medida que va subiendo todavía se le empuja más para que siga hacia arriba. Aquí a la gente le da miedo destacar porque al que sube se le intenta bajar, y eso nos lleva inevitablemente a la mediocridad que es un estado que no da muchos problemas… Me mantengo ahí sin molestar a nadie y así me dejan tranquilo. A muchas personas les asusta el éxito y se retraen". Es triste, ¿no? Que se ridiculice el fracaso todavía se puede entender pero que se huya del éxito clama al cielo. En definitiva, Mediocridad, que debe venir de Medio, de estar en el Medio, no querer asumir ningún riesgo, ni por exceso ni por defecto, por las consecuencias que ello tenga. Si fracaso, porque me señalan con el dedo; si tengo éxito, porque estoy en el centro de atención generando envidias de complicada digestión.
En diferentes ocasiones he preguntado a personalidades del mundo del deporte, qué era más complicado de gestionar, si el éxito o el fracaso. Las respuestas han sido variadas. Para mí (aunque habría que ver caso por caso), es más difícil gestionar el éxito que el fracaso, porque aparecen más elementos que dependen menos de uno. El fracaso uno suele comérselo sólo.