Las tecnologías más vanguardistas no aseguran mejor música
Cualquier aficionado puede grabar, arreglar, editar un disco desde su casa sin grandes dificultades; las aplicaciones del ordenador han hecho totalmente accesible aquello que antes era privilegio de los estudios profesionales, de manera que todo el que lo desee puede grabar su canción sin mayores problemas. Igualmente, los grandes estudios incorporan inmediatamente toda novedad técnica a su equipo, así que tanto el artista como los ingenieros y técnicos pueden hacer y deshacer a su antojo con suma facilidad y de modo casi instantáneo. Sin embargo, todas esas innovaciones, inventos y mejoras no garantizan mejores resultados artísticos.Así lo ha subrayado el gran veterano Paul McCartney, que declaraba no hace mucho a una cadena británica que “antes se hacían las cosas de otro modo”. El zurdo bajista explicaba que cuando él y el resto de los integrantes de su grupo llegaban al estudio, la canción estaba bastante hecha, mientras que ahora se va al estudio a ver qué sale: se ponen a tocar y se va grabando todo, de modo que cuando hacen algo que gusta se guarda y luego se aprovecha, ya sea como base, como pasaje o como arreglo. Y continuaba el inglés destacando que, con el método antiguo (ir pronto al estudio y con mucho trabajo realizado) ellos eran capaces de tener listas para fábrica tres o cuatro canciones al terminar la jornada. Hoy, afirma el músico, en contra de lo que pueda parecer, esa forma de trabajar es “más lujosa, pero menos productiva” y su conclusión es que, sorprendentemente, “era más fácil crear música en el pasado”. Parece oportuno recordar que el grupo con el que se dio a conocer dio sus primeros pasos trabajando de modo intensivo, agotador, a destajo; fue en Alemania a comienzos de 1960, en aquellos clubes de Hamburgo donde ofrecían hasta cinco sesiones diarias; se ha estimado que actuaron durante más de ochocientas horas en aproximadamente 270 noches; nadie, ni banda ni solista, ni aprendiz ni veterano aceptaría en la actualidad tal carga de trabajo, pero aquello resultó determinante para adquirir enorme experiencia, tanto musical como de presencia escénica. Sí, eran otros modos de ver las cosas.
Con aquellos equipos se crearon grandes obras de arte
Es decir, según la opinión del gran ‘Macca’, se tienen mejores equipamientos y materiales, pero eso no garantiza mejores canciones, del mismo modo que la más moderna tecnología digital no asegura mejores películas (al revés, no son pocos los cineastas que prestan mucha más atención a los efectos visuales y trucos de cámara que a la historia que se cuenta). Así, según las observaciones y conclusiones de alguien con tantísima experiencia, el modo de trabajo es hoy más rápido, más cómodo, más económico, más asequible a todos…, pero eso no significa mejor resultado, al menos en terrenos artísticos. Por eso, cada año es más difícil encontrar películas y canciones destinadas a perdurar, creaciones que puedan situarse al lado de los grandes clásicos, esos que perviven y perviven…También Sir Paul muestra su autorizada opinión en contra de los medios de difusión virtuales, es decir, las descargas a través de internet, puesto que el artista apenas recibe una mínima parte de lo que su creación ha generado, contrariamente a lo que sucedía con soporte real, que permitía al músico recoger más abundante fruto por su trabajo. El gran patriarca del pop ya se retiró de Spotify.
El tipo debe saber algo del asunto, puesto que lleva en el negocio desde finales de los años cincuenta y ha conocido de primerísima mano todos los medios de difusión musical, todo el proceso evolutivo de los diferentes soportes, desde el disco de piedra hasta la entrada automática de la producción en el móvil. De todos modos, muchos años de experiencia tampoco garantizan la sabiduría y la verdad absoluta; por ejemplo, el gran Lou Reed declaró sin ambages que The Doors eran un grupo presuntuoso que hacían “un rock estúpido”, y que lo de The Beatles era “porquería”..., porquería de oro, puesto que las cintas grabadas en el Star Club de Hamburgo saldrán a subasta y se espera que se acerquen o alcancen el millón.
En fin, que lo que verdaderamente importa es hacer buenas canciones, y para ello es imprescindible tener talento y ganas de trabajar, o sea, que si no se tienen ideas e ilusión por ponerlas en práctica, se pueden obtener productos de fácil venta, pero no grandes obras de arte destinadas a permanecer. De hecho, tal vez sea al revés, pues resulta difícil encontrar algo surgido en el siglo XXI que tenga posibilidades de seguir vivo en el futuro. Por mucho equipo que tenga a su disposición alguien con ‘oído de madera’, jamás creará una melodía para el recuerdo.
CARLOS DEL RIEGO