En francés “vilain” significa “feo” y también ”malo” (nótese el origen común con nuestro adjetivo “villano”). Probablemente porque el castellano contemporáneo carece de una palabra capaz de la misma doble acepción, los distribuidores locales eligieron Melany, la fea. La venganza para presentar la sátira que los realizadores Jean-Patrick Benes y Allan Mauduit bautizaron Vilaine a secas. Además de respetar la combinación de defectos, el título en español explota un (falso) parecido con el éxito televisivo de Betty, la fea.
La película belga llegó a Buenos Aires en octubre pasado, directamente en DVD y tres años después del estreno oficial en su país de origen. Hoy los abonados a la televisión por cable pueden verla en estos canales premium.
La experiencia vale la pena. Primero porque asistimos a una reedición subversiva de los cuentos de hadas cuya protagonista poco agraciada (en un sentido estético y/o existencial) se revela como una mujer bella por dentro (luego por fuera) y digna de la felicidad más completa que incluye la conquista de un amor correspondido (con proyecto matrimonial incluido).
Mélanie no sólo acusa una fealdad física irreversible sino que reniega de su condición buenuda para vengarse de quienes la humillaron: su propia madre, su jefe, una vecina y tres congéneres que no son hermanastras pero le pegan en el palo. Al alterar los factores de la fórmula imprescriptible, Benes y Mauduit reivindican con humor la verdadera liberación femenina que consiste menos en enganchar a algún príncipe azul que en desobedecer dictámenes nocivos y en desterrar las bestsellerianas emociones y relaciones tóxicas.
El segundo gran atractivo de Vilaine son las actuaciones. En el rol protagónico se luce Marilou Berry, cuyo talento habrá heredado de su madre, nuestra querida Josiane Balasko (dicho sea de paso, se parecen mucho físicamente). La secundan perfectamente Frédérique Bel (cuyo rostro nos suena de Cambio de dirección), la veterana Liliane Rovère y los menos conocidos Pierre-François Martin-Laval, Joséphine de Meaux, Alice Pol, Charles Meurisse, Chantal Lauby.
Un tercer gancho es sólo apto para quienes acostumbran a mirar TV5 International y conocen los programas Questions pour un champion y Des chiffres et des lettres. No vale decir más para mantener el suspenso.
Algunos espectadores se sentirán desencantados ante un final previsible y demasiado abrupto. Otros argumentarán que un desenlace así respeta las reglas básicas de toda fábula y que al mismo tiempo se permite quebrarlas un poco, dadas las características (atípicas) del enamorado de Mélanie.
Otra vez, es preferible callar detalles e invitar a mirar.