Lo peor de todo es que cuando la gente te soltaba aquello de “¿Radiohead? Uf, paso, qué deprimente..”, aún tenía yo el valor de poner cara de escandalizado y disparar un rápido “qué vaaaa… pero si no es tan triste”. Hombre, las cosas como son, Sr. Helvetica: lloricas eran un rato. Lo que pasa es que cuando lo hacían bien, eran los mejores en lo suyo, y resultaba prácticamente imposible resistirse a esos himnos corta-venas tan minuciosamente diseñados para hacerte participar en la comunal exaltación de la desgracia, irresistibles los cantos de sirena con que nos invitaban a sumergirnos en el fango. La épica del desastre y todo aquello, ya sabeis…
“Melatonin” no es, ni mucho menos, la más deprimente de las canciones de los de Oxford (se me ocurren unas cuantas candidatas para ese título), pero desde luego, la alegría de la huerta, no es. Se publicó como cara B del single “Karma Police“, aquel (casi) himno generacional del mal rollo, y aunque quedó completamente eclipsada por la gigantesca pista titular, para muchos -me consta- es mucho más que un tema menor en la discografía de Yorke y compañía.
A ver, un poco de ciencia a partir del título: la melatonina es la hormona que previene a nuestro cuerpo de la oxidación célular, y que con el paso de los años va dejando de generarse; como consecuencia, nuestro cuerpo envejece. El caso es que los científicos han logrado sintetizarla de forma artificial, generalmente en la forma de tabletas que se colocan bajo la lengua; todavía no han conseguido hacer que venzamos a una vejez (afortunadamente) inevitable, pero sí es verdad que su uso nos permite “ajustar” nuestro reloj biológico en algunas circunstancias. Así, por ejemplo, una utilización muy común es la de ordenar los ciclos de sueño/vigilia en las personas cuyo horario diario de trabajo cambia constantemente (trastorno de cambios de turnos de trabajo), o la de ayudar a las personas ciegas a establecer un ciclo de día y de noche. También se usa para el tratamiento, entre otras, de la enfermedad de Alzheimer, la depresión, o el síndrome de fatiga crónica, y por último (esto ya es una pista de por dónde van los tiros), no es extraño su uso en el tratamiento del insomnio o problemas del sueño en niños con problemas de desarrollo que incluyen el autismo, la parálisis cerebral y discapacidad intelectual: todo muy Radiohead.
Un título más que adecuado, por tanto, para esta nana algo siniestra, muy en la línea del ambiente de claustrofobia y desconcierto que el fabuloso “O.K. Computer” ponía sobre la mesa. Porque sí, puede que algo de exageración hubiera en aquella pose absolutamente pesimista y hasta autodestructiva, y es más que probable que el retrato de la realidad de 1997 tendiera hacia lo expresionista debido al enfoque trágico de aquellas canciones (por decirlo de un modo más claro: mi vida normal en aquellos años distaba mucho del mundo enloquecido y artificial -fitter, happier, more productive- que el célebre disco de Radiohead presentaba) pero, con todo, participé encantado de aquella estética cuasi-distópica: ¿quién iba a conformarse con la gris realidad cuando ese mundo de gente en ruinas resultaba mucho más motivador?
Por encima del mal karma (police), el tema es hipnotizante. Cuenta con una melodía muy sencilla pero extremadamente emotiva, una letra en la que abundan las referencias a los sueños (los de dormir y los otros, los de las expectativas que depositamos en nuestros hijos) y me gusta especialmente por renunciar a las guitarras (en una época en que las guitarras eran TAN importantes para el sonido del grupo) y en cambio recurrir a una programación fuera de tiempo. Aquello -en su momento- era una novedad, un registro más sintético de lo habitual en Radiohead… En aquel momento no lo sabía, pero el relámpago blanco que me atravesaba cada vez que escuchaba esta canción terrible, no era cosa que el cegador reflejo de las cumbres del “Kid A“.
“Don’t forget that you are our son
Now go back to bed
We just know that you’ll do well
You won’t come to harm
Death to all who stand in your way
Wake, my dear“