Edición: 1ª ed.
Publicación: Madrid: Suma de Letras, 2013
Descripción física: 582 p.; 23 cm.
ISBN: 978-84-9365-453-8
CDU: 821.134.2-31"19"
Signatura: N PER mem
Precio: 19 euros en la Casa del Libro
NOVELÓN CON BANDA SONORA
Con el retraso lector que llevo, ya no consigo recordar algunas veces cómo han llegado a mí los libros: entre los que compro, los que me regalan, los que me tocan en algún blog literario que sigo o en alguna red social, los que me envían los propios autores y demás, lo único que llevo al día es la fecha en la que los empiezo y los acabo, que me gusta hacer recuento de lecturas cuando acaba cada año. Total, que no consigo recordar si Memento mori me lo envió el propio César, si me lo compré yo o si me tocó en algún sitio, así que debe de hacer ya bastante tiempo que lo tengo. Y hace nada que lo he podido terminar.
Argumento y personajes
La acción tiene lugar en Valladolid, a finales del año 2010. Este simple hecho ya me pareció de por sí bastante original, porque estamos acostumbrados a que las novelas de crímenes y policíacas ocurran por lo general en ciudades grandes como Barcelona o Madrid; bueno, y por supuesto en cualquiera de los países nórdicos, que aquello fue todo un boom y durante una temporada parecía que no hubiera crímenes en ningún otro sitio.
En este caso, será la policía vallisoletana la que se deberá enfrentar a un caso de lo más inquietante: una mujer ecuatoriana ha aparecido muerta y, lo más llamativo, le han quitado los párpados y además le han dejado en la boca un papel con unos versos escritos. Muy pronto aparecerán más cadáveres, con características similares al primero, lo que llevará a la policía a pensar que se está enfrentando a un asesino en serie. Deberán recurrir entonces a varios expertos (un psicólogo y una lingüista) para intentar detener al asesino antes de que se produzcan más muertes. El inspector del departamento de homicidios encargado del caso será Ramiro Sancho, una persona honesta y muy profesional, al mismo tiempo que bruto como él solo; yo me partía de risa con sus expresiones y sobre todo con lo refranero que es, un tipo de lo más campechano. Arrastra una vida un poco tormentosa, porque vuelve a su ciudad de acogida (ya que él no es de Valladolid en realidad, sino de un pueblo de Zamora) tras haber estado destinado en el País Vasco una temporada, y tras un divorcio. El pobre a veces parece que no encuentra su lugar, pero es tan majo que no podremos evitar sentir simpatía por él desde el principio.
Sancho verá enseguida que se enfrenta a algo más complicado de lo que suponía en un principio, por lo que en la jefatura deciden recurrir a los servicios de Armando Lopategui (apodado "Carapocha" por las marcas que siendo niño le dejó en el rostro una viruela mal curada), uno de los famosos niños españoles de la guerra civil, que se marchó a la URSS, fue agente del KGB y de la Stasi, y ahora es un psicólogo experto en perfiles de asesinos, además de tener un pasado un tanto misterioso. Este personaje me gustó muchísimo, porque a través de él se cuentan cosas sobre la antigua URSS que me resultan de lo más familiar; y de vez en cuando suelta alguna expresión en ruso, que por supuesto también me resulta familiar. Y por último, la otra persona que ayuda a resolver el caso, aunque al principio se muestra un poco reticente, es la doctora Martina Corvo, experta en psicolingüística y cuya misión será intentar desentrañar los misterios de la mente del asesino a través del análisis de los poemas que va dejando en los cadáveres.
También tenemos, lógicamente, al asesino, que nació como Gabriel García Mateo pero tras serle retirada la custodia a su madre por malos tratos, pasa a ser adoptado por la familia Ledesma y cambia su nombre por el de Augusto, en honor al emperador romano por el que su padre adoptivo siente tanta admiración. Él se preocupó de darle una educación exquisita y lo introdujo en el mundo clásico; además al morir él y su mujer (en un accidente de tráfico, aunque a mí me queda la sospecha de si no sería el propio Augusto quien mató a sus padres adoptivos), pasa a ser el heredero de todos sus bienes, lo que al tratarse de un matrimonio muy acomodado, hace que Augusto quede en una posición bastante envidiable. Además de ser muy culto y dedicarse a un trabajo creativo como es el diseño gráfico, nuestro asesino es todo un hacha con la informática y se relaciona con los mejores piratas a nivel mundial; aunque eso sí, todo esto es virtualmente, porque las relaciones cara a cara ya le cuestan bastante más, y de hecho se suele relacionar de manera personal con poquísima gente aparte de con sus "compañeros" de bebida y drogas con los que suele coincidir en el Zero Café.
Mis impresiones
Tengo que decir que esta novela engancha, y además ya desde el principio. Cuando conocemos el hallazgo del primer cadáver y nos cuentan que el asesino le ha quitado los párpados, y que incluso los policías más experimentados se horrorizan al ver a una persona muerta y con la mirada fija en ellos, no podremos evitar sentir un escalofrío pensando en qué pasará por la mente de una persona para poder llegar a hacer algo así; pero al mismo tiempo necesitaremos seguir leyendo sin remedio, para saber cómo continúa la historia.
Cuando vi que se nos desvela la identidad del asesino desde prácticamente el principio de la novela, pensé que eso quizá le quitaría interés; todos conocemos las famosísimas novelas de, por ejemplo, Agatha Christie, que nos tienen en vilo hasta el final porque mientras las leemos no paramos de darle vueltas a quién habrá cometido el crimen, y por qué, y cómo lo habrá hecho; pero en realidad en Memento mori es todo lo contrario y la trama no pierde interés en ningún momento, porque esto está muy bien desarrollado. En realidad nos pasará todo lo contrario, porque la historia se va desarrollando desde el punto de vista tanto del narrador como del propio asesino, así que en muchos momentos sabremos lo que va a pasar, antes de que la propia policía lo averigüe. Claro que esto a veces provoca bastante estrés al leer, sobre todo cuando nos empezamos a temer algunas de las cosas que van a ocurrir, que en más de una ocasión nos darán ganas de llamar corriendo a la comisaría de Valladolid para que avisen al inspector Sancho...
El apartado de los personajes se merece, sin lugar a dudas, un diez. César consigue que nos los imaginemos perfectamente, que comprendamos lo que pasa por sus mentes (incluso por la mente del asesino en más de una ocasión), que empaticemos con ellos... En resumen, que son totalmente creíbles, y por ejemplo en el caso del asesino, esto precisamente nos hará plantearnos que puede que haya personas como él sueltas por ahí; da un poco de agobio, la verdad. Pero sin duda me quedo con los diálogos entre Sancho y Carapocha; en un principio nos parecerá que tienen caracteres totalmente opuestos y que no van a poder trabajar juntos ni de lejos, pero esos momentos en los que seremos testigos de sus charlas dialécticas son para mí de lo mejor de la novela. Además tendremos ocasión de meternos en la mente de Augusto y de comprender cuáles son las motivaciones que lo llevan a cometer sus crímenes (o al menos a intentar comprenderlas, porque matar a alguien, por mucha motivación que uno tenga, no es cualquier cosa). A medida que vayamos avanzando en la lectura veremos que la vida de Augusto no ha sido nada fácil desde sus inicios; que conste que por supuesto no lo justifico, pero al conocer con más detalle su vida nos daremos cuenta de por qué hace las cosas que hace...
Por otro lado, una de las cosas que más me gustó del libro es que todo él encierra no solo una historia, sino una auténtica banda sonora, empezando por cada capítulo, que contiene una clave de Fa y una cita que después averigüé que se corresponde con la letra de una canción. Augusto es todo un melómano, y tendremos ocasión de descubrirlo a lo largo de toda la novela, desde la música que le gusta escuchar cuando está solo en casa o cuando comete sus crímenes, hasta la que ponen en el Zero Café, lugar que existe realmente en la ciudad de Valladolid y que Augusto frecuenta con mucha asiduidad. A través del asesino haremos un recorrido musical de lo más variado, que incluye a artistas como Bunbury, Placebo, Love of Lesbian, mis adorados Rammstein con entre otras Spieluhr, que es por cierto una de mis canciones suyas favoritas (aunque ya alguien me comentó que cómo no va a ser Augusto un psicópata si escucha a Rammstein; un poco radical el comentario, pero ahí lo dejo...), Leonard Cohen, o incluso a clásicos como Carl Orff o Mozart. Y de la mano del autor (re)conoceremos muchos rincones de Valladolid; algunos de ellos por cierto me los he anotado en la lista de sitios pendientes para visitar la próxima vez que vaya por allí.
Por cierto, Memento mori significa en latín "recuerda que morirás", y a propósito de esto diré que en el libro hay intercaladas multitud de citas en este idioma. Como en el libro en formato electrónico era un dolor ir yendo y viniendo al final para saber qué significaba lo que ponía en las notas, me puse como reto intentar traducir sin ayuda las que aparecían en latín; así que además el libro me sirvió también para hacer un ejercicio mental de recuerdo de mis clases de latín. Con el resto de notas menos las que estaban en ruso me tuve que esperar hasta llegar al final para saber qué era lo que significaban; desde luego, en casos como este es cuando más me gusta seguir con mi tradición de leer libros en papel. Pero al menos no son cosas de las que tengas que saber el significado para no perderte; no afectan en realidad a la trama, aunque confieso que me habría gustado tener las dichosas notas más a mano.
Conclusión
Como supongo que habréis intuido, está claro que recomiendo esta novela sin ningún género de dudas. Me gusta mucho la novela negra y he leído unas cuantas, y aunque pudiera parecer que ya está todo dicho, tengo que reconocer que Memento mori me ha sorprendido y me ha parecido una de las novelas negras más originales que he tenido ocasión de leer. Si os gusta este género, desde luego no os la podéis perder, en caso de que no la hayáis leído ya. E incluso si la novela negra no es vuestro género favorito, yo le daría una oportunidad; siempre os la podéis tomar como una novela policíaca y de suspense, que también tiene su ración de las dos cosas. En cualquier caso, yo no me la perdería por nada del mundo.
Solo me queda decir que la novela me ha encantado, me ha mantenido pegada sin remedio a sus páginas desde el principio hasta el final, y que además en ella se juntan dos de las cosas que más me gustan en la vida: la lectura y la música, así que no se le puede pedir más. Después de que, al poco de haber empezado a leerla, me enteré de que es una trilogía, ya tengo más que claro que me leeré las dos siguientes entregas, porque si son solo la mitad de buenas que esta primera parte, desde luego la historia promete. Y es que el final es tan espectacular, que te quedas con ganas de más.