Memorias de Adriano

«Pienso a veces que los grandes hombres se caracterizan por su posición extrema; su heroísmo está en mantenerse en ella toda la vida. Son nuestros polos o nuestras antípodas.
Yo ocupé sucesivamente todas las posiciones extremas, pero no me mantuve en ellas; la vida me hizo resbalar siempre.»

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Debo contar cómo llegó este libro a mí porque, seguramente, de no tener una historia así detrás, no le dedicaría una entrada.

Una noche de cervezas un amigo y yo acabamos hablando de libros, no recuerdo por qué… y me comentó que este era uno de los dos libros que no había sido capaz de terminar, ni siquiera de pasar de las primeras páginas porque era muy denso. Me sorprendió porque él lee mucho este tipo de literatura. Aparte de novela histórica,  libros de otros géneros también algo densos. Y a mí, que me pican hasta cuando no pretenden picarme, me dieron ganas de leerlo para saber por qué él no había sido capaz. Además, no es muy largo. Una semana después me lo prestó.

Con la primera página, con la primera frase, ya queda claro que no se tratará de una lectura sencilla ni ligera. Pero todavía era pronto para decir que no había superado el reto.  Fui pasando las páginas y me sorprendió gratamente. Cierto es que consta de una narración un tanto densa y un lenguaje un tanto pomposo pero no me parecía insoportable ni mucho menos.
¿Qué ha sido lo peor? pues… no me interasaba mucho la vida de este hombre. Y esa falta de interés es lo que me daba pereza a la hora de ponerme a leer. No el lenguaje, ni la densidad, ni siquiera que pertenezca a un género del que apenas he leído libros, no. La historia en sí. Aunque las partes donde Adriano se pone a divagar y filosofar sí me han gustado. Podría decir que fueron esos detalles los que me animaron a seguir leyendo.

(…) ¿Qué es el insomnio sino la obstinación maníaca de nuestra inteligencia en fabricar pensamientos, razonamientos, silogismos y definiciones que le pertenezcan plenamente, qué es sino su negativa de abdicar en favor de la divina estupidez de los ojos cerrados o de la sabia locura de los ensueños? El hombre que no duerme -y demasiadas ocasiones tengo comprobarlo en mí desde hace meses-  se rehusa con mayor o menor conciencia a confiar en el flujo de las cosas. (…)

(…) Empiezo a conocer a la muerte; tiene otros secretos, aún más ajenos a nuestra actual condición de hombres. Y, sin embargo, tan entretejidos y profundos son estos misterios de ausencia y olvido parcial, que sentimos claramente confluir en alguna parte la fuente blanca y la fuente sombría. (…) Todo hombre se averüenza de su rostro contaminado de sueño. Cuántas veces, al levantarme temprano para estudiar o leer, ordené con mis manos las almohadas revueltas, las mantas en desorden, evidencias casi obscenas de nuestros encuentros con la nada, pruebas de que cada noche dejamos de ser…

No puedo decir si el libro es bueno o malo dentro del género porque, como ya he dicho, no he leído mucha novela histórica. Sé que goza de gran popularidad y ha recibido muchas alabanzas.
¿Me gustó? Psé, digamos que no se me ha hecho tan pesado como creía. ¿Lo volvería a leer? Definitivamente NO porque en general me ha parecido tedioso. Por todo esto no me atrevo a puntuarlo. A los que les interese esta época y/o este emperador es probable que disfruten de su lectura. Al final del libro pueden leerse varias anotaciones sobre cómo se fue gestando y en las doce últimas páginas Marguerite Yourcenar nos cuenta las licencias artísticas que se ha tomado, lo que hay de histórico y lo que hay de ficción, etc.

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