Revista Opinión

Memorias de un funcionario en México

Publicado el 08 mayo 2009 por Nandocom
Memorias de un funcionario en México
He estado en México los últimos días. Soy un valiente o un insensato. Pero la cosa es que estoy con un moreno tropical, una sonrisa de orea a oreja, unos kilos de más por el pernicioso todo incluido, una cámara de fotos plagadas de buenos recuerdos, un descomunal cabreo con el gobierno bananero de México y una profunda tristeza por los amables y simpáticos ciudadanos de este bello país.
No explicaré los motivos que me llevaron inesperadamente a este lugar del caribe porque los no habituales de este blog me odiarían aún más. Dejaré para otro comentario la experiencia con los funcionarios policías de este lugar y me centro ahora en mi incorporación traumática postvacacional a mi puesto de trabajo.La cosa es que mientras estaba plácidamente en Playa del Carmen tomando el sol con un daiquiri de mango en la mano mis compañeros asistían alarmados a la última estupidez mundial: la pandemia de gripe A, o lo que es igual el despropósito del gobierno mexicano para acojonar al mundo. Y paralelamente el pánico llegó a mi trabajo...
El mismo día que regresaba de México un compañero me remitió un mail con los correos que habían ido circulando entre mi jefe, el departamento de prevención de riesgos laborales y los médicos de la mutua de accidentes que presta servicios en mi ayuntamiento. Básicamente las comunicaciones ponían de manifiesto mi potencial riesgo para la salud mundial y por ende para todos mis compañeros. En uno de los correos se solicitaba el "protocolo de actuación para un trabajador que está de vacaciones en la Riviera Maya". Y afortunadamente la mutua se limitó a enviar los consejos del ministerio de Sanidad y a certificar que podía permanecer en mi puesto de trabajo mientras no tuviese síntomas.
Tan acojonados estaban mis compañeros ante mi regreso que decidí pasarme por mi médico de cabecera a reclamar una baja preventiva. Pero se descojonció. No tuve más remedio que ir a trabajar.
De mi entrada en las dependencias municipales llegué rápidamente a la conclusión de que o las mujeres son más responsables, más miedosas o huelo muy mal ya que ninguna quiso acercarse a mi. Los compañeros masculinos, los machotes de toda la vida, no tuvieron el más mínimo problema. Todo normal. Y algunos, en un ataque de pánico digno de estudio, decidieron solicitar el traslado a otras dependencias mientras pasa el periodo de incubación establecido en 10 días (y que termina el próximo jueves).
Y mientras pasan estos días yo sigo con mi rutina habitual, atendiendo a los ciudadanos y amargándoles la vida dándoles recibos y quien sabe si una simpática gripe...un auténtico servicio público integral.
Cuidadín, cuidadín.

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