Si todavía no has decidido destino para perderte unos días, desde Qhotel te proponemos la isla de Menorca, la más discreta de las grandes islas del archipiélago balear que quizá por ello sigue manteniendo auténticos paisajes vírgenes.
Menorca es, tal vez, la menos conocida de las islas baleares, es mucho más que escondidas calas y playas. Calificada como un gran museo al aire libre por su calidad paisajística y por la cantidad de monumentos prehistóricos, sin olvidar el encanto de sus pequeños pueblos encalados.
Dicen los menorquines que “todo lo bueno y lo malo les ha llegado por el mar”, lógico si tenemos en cuenta que Menorca es una isla, sin embargo, una frase tan simple resume 2.500 años de historia en los que Menorca ha sido colonizada por muchas civilizaciones aunque por fortuna, a pesar del trasiego humano no ha perdido ni un ápice de su personalidad.
Podemos empezar nuestro recorrido en Mahón, ciudad acogedora dividida en dos, la zona comercial y moderna que se encuentra en el puerto y la parte antigua y clásica con mucha influencia inglesa. La ciudad de Mahón está muy ligada a su puerto sin el cual no existiría pero lo mejor para conocer la ciudad es adentrarse en su casco histórico, un pintoresco laberinto de calles, casas blancas, edificios públicos e iglesias.
Mahón
Es Castell a tan solo 2 kms de Mahón, es la primera población que despierta en España. Lo más representativo es su diminuto puerto donde se encuentra Cala Font, aquí las antiguas casas de pescadores se han reconvertido en comercios de todo tipo.
A los pies del Monte Toro, el más alto de la isla, y en el centro de Menorca, se encuentra Es Mercadal, una tranquila y encantadora población. Este pueblo reúne en su término municipal alguno de los parajes menorquines más identificativos. Creada en el S. XIV durante la repoblación de la isla por los catalanes, sus casas evocan un paisaje típicamente mediterráneo. Es Mercadal sobresale por su gastronomía, también encontraremos algo tan típico de la isla como la fabricación de las menorquinas, un típico calzado de los campesinos que aún se fabrica a mano.
A 9 kms de Es Mercadal, se encuentra Fornells, una pequeña población marinera donde es obligado degustar su típica caldereta de langosta. Todas las guías culinarias lo mencionan, en Fornells la langosta tiene mejor sabor y eso se debe a que vive en las rocas y no en las profundidades del mar.
Menorca invita también a perderse entre sus calas, y lo de perderse es literal, porque hasta hace poco para llegar a algunas de ellas había que sortear multitud de impedimentos haciendo que éstas parecieran vetadas a gente que no tuviera un barco. Afortunadamente, se puede llegar a algunas de ellas todavía vírgenes caminando, como por ejemplo, Cala Turqueta o Cala Macarela, donde disfrutaréis de la paz y la tranquilidad que caracterizan a Menorca.
Cala Turqueta
Los yacimientos arqueológicos son otro de los atractivos con los que cuenta la isla. La mayoría están situados en campos de labranza y se puede acceder a ellos gratuitamente. Os recomendamos la Naveta des Tudons, la mejor conservada de toda la isla y la Taula de Torralba con casi 5 m de altura.
Finalmente, podéis visitar Ciutadella que fue capital de Menorca hasta la dominación británica, es una ciudad completamente diferente a Mahón. Mientras que la capital es burocrática, Ciutadella es artística y elegante. Así se aprecia en su casco histórico con numerosos palacios de los siglos XVII y XVIII.
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