Acabamos de conocer un curioso estudio desarrollado por expertos de la Universidad de Gante (Bélgica), en el que se concluye que se producen menos alergias infantiles si se vive en contacto con el polvo. Los resultados no hacen más que reafirmar la creencia de que los niños que crecían en granjas tenían menos riesgo de sufrir asma y otras alergias respiratorias.
La investigación demuestra que existe un vínculo entre el polvo presente en una granja y la protección contra las alergias y el asma, al menos así se constató en un primer estudio realizado con roedores de laboratorio, a los que se expuso al polvo de granjas procedentes de Suiza y Alemania. Tras confirmarse que los roedores estaban protegidos contra la alergia a los ácaros del polvo, se procedió a realizar un segundo estudio in vitro en el que se utilizaron células humanas obtenidas a partir de biopsias de pulmones de adultos sanos y adultos que sufrían asma.
Los expertos explican que la protección de los niños a las alergias es consecuencia de la exposición regular a las bacterias y al polvo de las granjas, lo que facilita que se reduzca la respuesta inmunológica inflamatoria. El contacto habitual con el polvo generado en las granjas provoca que la membrana mucosa del tracto respiratorio reaccione de una forma mucho menos agresiva a diferentes alérgenos, en este caso a los ácaros del polvo.
Los investigadores explican que los niños que viven en hogares que tienen animales de compañía y cerca de granjas lecheras, respiran polvo con un elevado contenido en partículas fúngicas o toxinas que están presentes en las membranas externas de algunos tipos de bacterias. De algún modo estas partículas contribuyen a prevenir las alergias, aunque todavía se desconoce el motivo y cuál es el mecanismo.
Lo que sí se conoce es la razón del efecto protector, en él interviene una enzima antiinflamatoria denominada A20, esta proteína es producida por el organismo cuando el cuerpo entra en contacto con el polvo de la granja. Si se inactiva la mencionada proteína en la membrana mucosa de los pulmones, dicho polvo y su contenido en partículas fúngicas, ya no es capaz de reducir la reacción alérgica, así se constató en el estudio realizado con los roedores. En la primera investigación se dividió a los animales en dos grupos, uno que fue sometido a las endotoxinas del polvo durante dos semanas con una frecuencia de cada 48 horas, y otro que actuó como grupo de control y no se expuso a las endotoxinas.
Al exponer a los dos grupos a los ácaros del polvo causantes de las alergias que se sufren en el hogar, se constató que los animales del primer grupo no desarrollaron manifestaciones alérgicas, en cambio el segundo grupo sí lo hizo. Los resultados son muy importantes, pueden suponer un gran paso en la elaboración de una futura vacuna contra este tipo de alergias. En el estudio con las células pulmonares se constató que en una exposición regular a la toxina, las células sanas generaban menos moléculas inflamatorias que son características en las células de pacientes con asma.
Actualmente los investigadores trabajan para intentar identificar la sustancia concreta presente en el polvo que contribuye en el desarrollo de la protección, cuando se logre identificar, el siguiente paso será trabajar para desarrollar fármacos específicos que puedan prevenir el asma. Podéis conocer todos los detalles de esta investigación a través de este artículo publicado en la revista científica Science.
Foto | DianeNeile
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Menos alergias infantiles si se vive en contacto con el polvo