Hace unas semanas me comentaba el Catedrático de Psicología Antonio Capafons, que a veces dice a sus alumnos la frase: “Menos Mindfulness y más Santa Teresa”.
Me resultó curioso que en diversas ocasiones también he querido decir esto y no me ha salido decirlo tan claro.
Me pareció una frase muy provocadora y estimulante en unos momentos en los que el Mindfulness está de moda, entre los psicólogos que se consideran modernos y entre muchos pacientes que tratan de aliviar sus ansiedades y angustias, con ese método. Por otra parte, la mayoría de los psicólogos saben algo de Mindfulness, pero no saben nada, o muy poco, acerca de Santa Teresa. Por ejemplo, muy poca gente sabe que Santa Teresa desarrolló un método de oración, con elementos que se pueden considerar cercanos a algunos métodos de meditación orientales, con diferencias que tienen que ver con los contextos religiosos de cada tradición. Para ella su método de oración está insertado en un camino cristiano comprometido con la Verdad, con una entrega a los demás, con el Amor, con la unión con Dios y con una profunda búsqueda de sí misma.
Sin descartar que el Mindfulness tendrá su utilidad, me parece lamentable que se use a la ligera, ofreciéndose como un método de meditación que parece la panacea para las neurosis modernas y como un producto más de consumo que vale tanto para empleados estresados, como para amas de casa en apuros, muchas veces aplicado por personas que desconocen completamente el origen de este método (viene del Vipassana, que está dentro del Budismo). Escuché una vez a alguien que decía que puede ser un tanto insultante desconectar la meditación de su origen, en el que tiene una determinada finalidad, para obtener unos beneficios prácticos, que no tienen que ver con el sentido original del método, y que encima se le cambie el nombre original a un término americano. Estoy de acuerdo.
Pero vuelvo al tema. ¿Por qué quiero reflexionar sobre esa idea de más Santa Teresa y menos Mindfulness?
Trataré de explicarlo.
Empiezo describiendo sucintamente que el Mindfulness consiste en prestar atención, sin emitir juicios, a las sensaciones, percepciones, pensamientos, y cualquier cosa que pase por la consciencia. El observar los fenómenos psíquicos sin juzgarlos, permite ir tomando distancia de experiencias subjetivas, que se acaban manejando con una mayor objetividad (como pensamientos angustiosos, negativos, etc.) y por lo tanto teniendo un mayor autocontrol emocional. La práctica es importante centrarla en el momento presente, en el aquí y ahora, buscando una dimensión de silencio interior. He visto en alguna práctica de Mindfulness que también se hacen sugestiones positivas como "me siento bien", "me siento tranquilo", etc. El tener “éxito” con el Mindfulness depende de los tiempos de práctica, de hacer bien la técnica y de empeñarse en ello. Es el propio meditador del que parece provenir el resultado.
La oración contemplativa de Santa Teresa (que también intentaré explicar resumidamente) consiste en abrirse a la presencia y a la acción de Dios desde una actitud humilde, en silencio. Mediante su práctica se busca entrar en los “sentidos interiores” desconectando de los exteriores. Se busca silenciar cuerpo y mente, silenciar los ruidos interiores y exteriores, para estar en silencio ante una realidad trascendente (Dios). Parte del proceso implica despojarnos del propio yo, del egoísmo, el egocentrismo y la vanidad. En este proceso el yo no es el que manda, sino que mantiene una actitud pasiva de escucha en la que, desde la humildad, se acepta que no se puede controlar por el ego, la acción de Dios. Parece ser que esa acción, por sí misma, es transformante para quién practica la oración contemplativa (aunque uno no controlar la acción de Dios).
Dice Santa Teresa que entremos en la oración porque tenemos “al Emperador del cielo y de la tierra en tu casa… no ha menestar alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí”.Hay una parte de recogimiento porque recoge las potencias del alma (voluntad, entendimiento, memoria) y se entra dentro de sí con lo que para ella es Dios. Su práctica va más allá de ser una mera técnica de autocontrol psicológico.
En esta práctica buscar a Dios en el silencio depende del que ora, recibir el don de la contemplación depende de Dios. Como dice ella misma: "Es ya cosa sobrenatural ... que no la podemos procurar nosotros por diligencias que hagamos".
Vemos en ella, repetidamente, una actitud de humildad.
Es interesante que se considera que la efectividad de la oración contemplativa se descubre por el efecto espiritual que produce: mayor capacidad de amar a otros, humildad, crecimiento en virtudes, desapego de lo material, entrega a Dios, aumento en los frutos del Espíritu, etc.
Volviendo al Mindfulness su efectividad se mide por: un mayor autocontrol, centramiento en el momento presente, actitud interna más positiva, mirar con distancia emociones y pensamientos desagradables, mejor manejo del estrés, menor ansiedad, etc. Se habla algo de estados mentales buenos (y eso que primero dicen que no hay que juzgar...) Pero ¿Por qué no se habla de humildad, amor, desapego? Si nos vamos a los orígenes del Mindfulness veremos que en el Budismo la práctica de la meditación va ligada a un comportamiento ético, a la compasión y a un compromiso con el camino espiritual. En el Mindfulness no veo esto, e incluso veo un cierto riesgo de mal uso, de simplificación, de fomentar el egocentrismo, la vanidad, el ensimismamiento y de una cierta desconexión de las emociones, con el consiguiente riesgo de falta de empatía hacia las emociones o el sufrimiento ajeno. Algunos estudiosos del tema ya están identificando estas reacciones.
Aunque haya alguna semejanza entre esto que llaman Mindfulness y la oración contemplativa de Santa Teresa, como es el trabajo con la atención (aunque la atención se ponga en lugares y objetivos diferentes, en el primer caso al servicio del yo y en el segundo al servicio de algo que le trasciende a uno y a los demás) y con el silencio, me parece que lo que aporta la contemplación teresiana es humanamente más enriquecedor. Esto no quiere decir que hay que descartar el Mindfulness, dado que hay personas que sienten alivio a sus dolencias psíquicas mediante su uso. Más bien me parece que la reflexión debe ir en la dirección de hasta que punto no estamos pervirtiendo una práctica como el Mindfulness al descontextualizarlo de sus raíces (el Budismo) y al alejarlo de un marco de vida más amplio y humano. Además, aún más importante me parece, que ser conscientes de los propios caminos de “meditación” que existen en nuestra propia cultura, puede enriquecer nuestra perspectiva e incluso nuestra propia práctica de meditación y/o de oración. A lo que añado, que me parece que todas las vivencias de Santa Teresa, y todas sus propuestas, a las que se han adherido numerosas personas a lo largo de los siglos, dan frutos mucho más interesantes que todo el regimiento de meditadores Mindfulness que proliferan por todas partes.
Aclaro que estas reflexiones no pretenden ser una revisión exhaustiva del Mindfulness ni de la contemplación Teresiana. No son más que una invitación a la reflexión y a la profundización en lo que son las prácticas de contemplación y meditación. Cualquier corrección, sugerencia u opinión será bienvenida. Todo este tema da para mucho más...
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