Revista Opinión

Mensaje del señor Juárez a los júniors

Publicado el 20 marzo 2014 por Jamedina @medinaloera

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Benito Juárez García.

 Encumbrados funcionarios y políticos de éste y otros sexenios se desconciertan cuando saben que sus hijos se exhiben como influyentes y prepotentes ante la opinión pública. Por su propio interés, los políticos suelen recomendar a sus vástagos que sean discretos con el poder, pero éstos no siempre hacen caso y acaban hasta con la carrera de sus padres.

   Fue en el año 1855 –narra el historiador jalisciense Agustín Rivera- cuando don Benito Juárez gobernaba el Estado de Oaxaca, y con motivo del fin de cursos en el instituto donde estudiaban sus hijas, se celebró un baile.

   En él, un estudiante oscuro y desconocido invitó para bailar a una de las hijas más jóvenes del señor Juárez. Ella, con la irreflexión propia de la edad, no aceptó, pretextando una indisposición. El estudiante se retiró corrido, y don Benito observó la escena.

   Casi enseguida, otro caballero de los que brillaban en la festiva sociedad de esa época, invitó a la misma señorita, quien ya se disponía a gozar de los placeres del baile cuando don Benito se acercó, y dirigiéndose al caballero, suplicó dispensara a la niña que por estar indispuesta no podía bailar en ese momento. El caballero se excusó y también se retiró sin comprender el por qué de aquello que era extraño en don Benito. La hija del señor Juárez, no menos asombrada, cuestionó a su padre sobre tal conducta, y él contestó:

   “No bailaste con el estudiante pobre y desconocido porque creíste rebajarte. Recuerda que si a fuerza de trabajo no hubiese yo conquistado la posición que hoy tengo, entonces te considerarías muy honrada con que ese mismo estudiante te dirigiera la palabra. Menos que él fui yo: hoy no sabemos lo que podrá ser mañana el hombre más oscuro. Tu deber es satisfacerlo, porque no vales más que él”.

  Don Benito se dirigió entonces al estudiante desairado, y con su habitual cortesía le dijo:

   “Amiguito, mi hija no pudo bailar con usted hace poco porque se sentía mal; ahora ya está repuesta y me encarga suplique a usted le haga el honor de acompañarla”.

   Y aquel modesto estudiante bailó con la hija del Benemérito de las Américas.


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