Como buen geek/friki siempre me gustó llenar mi cabeza de historias y aventuras fantásticas. Una historia recurrente en mi infancia y adolescencia era pensar en el super poder que me gustaría tener. A veces quería volar como Superman. Otras quería ser mega inteligente como Batman o Ironman. Cuando visitaba una piscina, quería ser Namor. Y claro, casi todo el tiempo yo era el mejor Jedi Master imaginario.
Esta mentalidad de fantasía es fundamental para el crecimiento porque nos hace ver la vida con otros ojos y nos pone en los zapatos del héroe. Por un breve momento tomamos un respiro para pensar como él o ella y ver resueltos nuestros problemas con ojos frescos. Esto nos obliga a ser creativos y salir de todos los retos de la mejor manera posible.
El budismo zen me gusta por muchas razones, pero una de ellas es por que nos da a todos super poderes que podemos utilizar en la vida cotidiana.
Uno de ellos se llama Shoshin o Mente de Principiante, que es la disciplina de ver la vida siempre con ojos frescos, dejando de lado el ego y los prejuicios, con toda humildad.
Este concepto, cada vez más raro en nuestra cultura, es vital para una mente sana porque es una espada destructora de egos que siempre está afilada.
He pensado en esto porque me he topado con personas que asumen que ya lo saben todo porque leyeron un par de blogs o porque leen el Twitter de algún escritor. Y de pronto son expertos en lo que sea.
Esto les da la ilusión de que son mejores que todos y van por la vida emitiendo juicios; que resultan en cadenas personales que los cierran a otros puntos de vista. Con ello también cortan la posibilidad de crecimiento porque asumen que ya no hay nada más allá para aprender.
Quien practica la mente cerrada está sembrando la semilla del sufrimiento. Primero y más importante, se intoxican de los vapores emitidos por su propio ego. Cometen errores fundamentales como asumir que conocen a tu pareja al 100% y que ya no hay nada más que los sorprenda. Creen que ya no hay nada más para mejorar su desempeño en el trabajo o escuela. Toman su propia opinión como realidad absoluta y dejan de dar crédito a la inteligencia de los demás.
Esto es como una fábrica de sufrimiento que afecta a todos por igual, creando conflicto entre personas y naciones.
En contraste, alguien que practica Shoshin siempre está abierto al cambio.
La Mente de Principiante nos da paz porque entiende la impermanencia de las cosas y valora todo lo que hay.
Shoshin es un valor supremo para poder resolver problemas de manera inteligente y fresca, utilizando los menores recursos posibles.
Las relaciones personales de un Principiante siempre son sanas porque sabe que todos son sus maestros y que siempre hay algo nuevo qué aprender.
Quien usa este principio se convierte en una persona mucho más creativa e innovadora, porque se requiere humildad para entender que nunca nadie puede ser experto.
Todos somos principiantes. El verdadero truco es mantenerse siempre como principiante.
Si quieres cultivar la Mente de Principiante, te invito a tomar el Reto de Aria Stark. Te apuesto que te sorprenderá el resultado.
Quién sabe. Podría ser el mejor super poder que puedas ganar