Leer a Félix Luis Viera siempre nos dio esa sensación de hombre sufrido, expuesto a compartir con sus semejantes aquellos golpes que la vida nos ofrecía, como corrobora en su obra literaria. Conversar con él siempre ha sido una de las grandes fiestas que recibimos en esos años del comienzo, y no olvido el encuentro de escritores en la playa pinareña de Bailén, donde compartimos interesantes pláticas.
Ahora, el intelectual alza su voz digna para denunciar injusticias, y por encima de los miedos y traiciones de aquellos con los que compartimos nuestros sueños de creación artística, se crece para agregar dignidad a la intelectualidad cubana que él tan bien conoce, y que –a pesar de su rechazo oficialista indicado por las élites ideológicas del poder– confiesa no odiarlos porque no responde a órdenes ajenas y piensa por “mente propia”.
Yo, que conozco mucho menos que Viera a esos escritores que fingen acompañar a la dictadura, los escuché en mi casa expresar sus puntos de vista, en la mayoría de los casos, con más extremismo crítico contra el sistema totalitario de los hermanos Castro, que los míos cuando ya me encontraba en la transición de mi postura pública hacia la oposición. Callar ha sido el mayor y mejor arte de esos intelectuales. Camuflarse y esconder su verdadero sentir ha sido el mayor “dato escondido” de sus técnicas narrativas. Fingir es el gran “giro del punto de vista” que mejor han realizado. Y hay que soportarlos ahora levantando banderas con dirigentes culturales que nunca soportaron y con mediocres escribanos que luego se alzaron con el acto desvergonzado de proclamarse agentes de la Seguridad del Estado, y que siempre rechazaron por su miserable obra y actitudes personales que, desde el punto de vista humano, les parecían insoportables.
De todo, como en la Viña del Señor. Esa UNEAC reúne a tan tristes personajes que la historia recogerá como miserables vidas. Y hasta se conforman, he ahí su gran depauperación. Son incapaces de actuar por sí mismos. Accionan como autómatas a los que desde el Partido Comunista les deciden sus posturas y pensamientos. Jamás cuestionarán las injusticias del gobierno porque son incapaces de rechazar las dádivas con que la dictadura compra sus silencios.
En cambio, he sabido que hasta los más cercanos, aquellos que alguna vez me confesaron la desvergüenza de ser agentes, chivatos de la Seguridad del Estado, se han dedicado a expandir la supuesta culpa que me endilgaron en el juicio amañado y que hoy, en mi blog, se ofrecen las pruebas de mi inocencia total.
Como tú, Félix Luis, no les guardo rencor. Me siento orgulloso de estar donde me encuentro y del por qué estoy aquí: por dignidad que, me consta, como expliqué antes, ellos desconocen, por lo que la lástima de sus almas en pena me sobrecoge. Gracias por tus esfuerzos y dedicación por la libertad de Cuba.
Abrazos,
Ángel
Ángel Santiesteban-Prats
4 de mayo de 2015
Prisión Unidad de Guardafronteras
La Habana