Mente submarina,
inmersa en alguna eternidad,
gracias al empujón
que inesperadamente recibí.
Explosión de inmensidades
atrapadas en moléculas,
y en la más pequeña,
se encuentra mi cuerpo
naufragando;
porque la tierra me pesa,
porque el mar dicen que limpia,
porque ya no corro buscando
qué hay detrás del horizonte,
sino que me siento a divagar
sobre lo que puede o podría haber,
desafiando toda imaginación.
Y cuando cierro los ojos,
y cuando me entierro en el pensamiento,
florece un poquito de ficción
que crece y se transforma
en el árbol que hace la sombra,
que no es lo suficiente oscura
porque ayuda a ver,
porque es caricia.