cuestión de confianza
cuando era pequeña, recuerdo cómo mi abuela nos decía, y luego confesaba, «mentiras piadosas». mentirijillas de poca monta, dichas con la sola intención de suavizar situaciones.
siempre pensé que a los niños se les decían mentiras para hacerles la vida más fácil, que no se llevasen disgustos al tenerse que ir los primeros de un sitio, o que no se asustasen camino del médico…
pero con los años y, en concreto, con la maternidad, me he dado cuenta de que los padres que dicen mentiras a los niños lo que quieren realmente es hacerse la vida más fácil a sí mismos.
supongo que son los mismos padres que no se cansan de decir a los niños que no se miente «que te crece la nariz».
soy más de tratar de predicar con el ejemplo, y de la opinión (y actúo en consecuencia), de que a los niños no se les debe mentir, del mismo modo que vamos a querer que nos lo cuenten todo.
no veo otra forma de generar confianza con tu hijo que demostrarle que sus padres no le engañan y que, por ese motivo (pocos me parecen más válidos), puede confiar plenamente en ti y contarte también siempre su verdad.
tengo comprobado en referencias muy cercanas que los niños educados en mentiras, cuando van creciendo, las usan con toda naturalidad para hablarles a otros niños más pequeños. es decir, tienen perfectamente interiorizado el patrón de mentir, y lo usan.
esto, con el tiempo, será una herramienta perfecta para ocultar a sus padres lo que consideren que les puede no gustar, del mismo modo que han hecho con ellos.
y ¡voilá! hemos perdido completamente el vínculo con un hijo, porque ni el se fía de nosotros, ni nosotros podemos fiarnos de él.
verdades como puños
¿significa esto que hay que contarles las cosas tal como son, cual si fueran adultos? tampoco es eso, creo yo.
porque personas son, pero adultos no, y su forma de ver el mundo, de entenderlo, no está preparada para según qué información. y esto depende mucho del qué, del cuándo y sobre todo, del niño.
pero entonces, ¿un poco sí les mentimos? nooo, no les mentimos nada. se lo contamos de forma que lo entiendan, aunque no les guste, aunque sepamos que van a llorar o a protestar o a patalear, incluso.
les explicamos el motivo por el que hay que hacerlo, y que todos a veces hacemos cosas que debemos y no solo que queremos.
ante todo, mucha calma. somos adultos, debemos estar preparados, conocemos a nuestros hijos y sus reacciones, be water my friend, pero no te escaquees.