El Mercury Cougar (puma) de Matchbox, para la serie King Size, era uno de mis autitos de colección preferido. Siempre me gustaron las formas de ese auto en miniatura, y del tamaño real también. Creo que me lo compraron cuando tenía unos 7 años de edad. Es decir cuando recién había salido a la venta el modelo en los Estados Unidos de la mano de la División Lincoln-Mercury de la Ford Motor Company en el año 1967.
Mi viejo me lo habrá comprado en el año 1968, más o menos. El modelo está bastante logrado para ser un juguete para chicos. Esa era la idea de los “cerebros” de la empresa británica Lesney. Por eso los interiores no son los reales a escala. Pero a los chicos, en ese momento, poco nos importaba eso. Los queríamos para jugar e imaginar mundos donde el Cougar podía circular libremente.
Lo que me parecía totalmente fuera de escala era el enganche de plástico de color rojo, igual que el interior del Cougar. Eso era porque en la colección King Size, de Matchbox, había, sino no recuerdo mal, un tráiler con una lancha para tirar. No tengo presente porque nunca tuve esa lancha. Tal vez porque por el mismo valor podía tener otro autito de la misma colección.
El color dorado metalizado del Mercury Cougar siempre me encantó. Todavía sigue siendo llamativo, y eso que pasaron unos 48 años desde que lo tengo. Casi nada. Otra cosa que compartía con la ambulancia Mercedes Benz Binz, que vimos el sábado pasado, era que las ruedas delanteras giraban y tenía suspensión. Además las ruedas eran de goma con las llantas de metal.
Todas cosas que los chicos de la década del sesenta mirábamos con ojos agradecidos. Eran un juguete superior para nosotros. Cuando años más tarde logré dar con publicidades, de Estados Unidos, del Mercury Cougar descubrí que la parrilla delantera ocultaba los dobles faros. Eso acrecentó mi admiración por el Cougar.
Este modelo corresponde a la primera versión del Mercury Cougar lanzada en el año 1967. Desde el vamos me pareció un automóvil con estilo. A mi entender es porque tiene unas líneas clásicas que perduran aún en este siglo XXI. Aquellos automóviles han marcado nuestras mentes a fuego. En especial para un chico de 7 u 8 años que jugaba con un Matchbox, sin importar la escala y el tamaño.
Porque el Mercury Cougar también estaba en la colección de los más chicos. Siempre en metal y durables para jugar. Tengo que ver si lo tengo en la escala pequeña. Porque esa es otra historia para contar. No solo coleccioné los King Size, sino los más chicos. Los que dieron el nombre a los Matchbox, que no significa otra cosa que caja de fósforos.
Pero eso será tema de otras notas a lo largo de todo este año 2016, y tal vez hasta del 2017. Veremos que sucede con esta nueva sección que recién, hoy, va por su segunda entrega. Volvamos al Mercury Cougar dorado de mi infancia.
Fue un autito de colección que disfruté mucho. Jugué mucho con él aunque se conserva muy bien con algunas cachaduras en su pintura dorada y algunos signos de deterioro en sus ruedas de goma, por el paso del tiempo. Pero eso, creo, que le da más valor sentimental, al menos para mí. Tengamos en cuenta que casi tiene medio siglo de vida conmigo.
Por supuesto que está conservado con su caja original, como todos los King Size que logré conservar con vida todos estos años. Estos autitos Matchbox, al igual lo que le sucedió al archivo de datos e imágenes, estuvieron guardados por más de 20 años sin tocarlos. Como si estuvieran esperando que llegaran las notas de Archivo de autos, en la sección “Garaje Miniatura” para volver a cobrar vida.
En parte lo hacen y en parte traen recuerdos a mi mente con solo verlos en la caja, donde están guardados. Porque al no ser un coleccionista de autos a escala no están exhibidos en una vitrina. No señor, están guardados en una caja y los saco para verlos y recordar qué hacía con ese autito en particular.
De a poco las imágenes, y los sonidos, regresan del fondo de los tiempos para revivir, ahora en este tiempo, que escribo estas líneas. Como si volvieran por el túnel del tiempo. Las sensaciones, los juegos, todo regresa para dar el presente en otro siglo a muchos años de distancia. Un volver a vivir, pero sin melancolía, ni nostalgia de lo pasado. Sí como un recuerdo que hace a nuestra vida misma, nuestros afectos y a nuestra idiosincrasia como ser humano. Simplemente eso, recordar lo vivido cuando éramos chicos y lo único que nos importaba era jugar. Qué más valía la pena, nada, simplemente jugar.
De eso trata esta sección sabatina: el juego. Eso que algunos adultos pierden y se ponen amargos, porque dejaron en alguna parte de su vida la capacidad lúdica. Jugar no siempre es de chicos. Jugar nos relaja, nos renueva, nos rejuvenece y nos da más energía para seguir nuestro camino por la vida. Entonces, ¿por qué dejar de jugar? ¡Juguemos con los Matchbox de Archivo de autos!
Hasta el próximo autito del Garaje Miniatura.
Mauricio UldaneEditor de Archivo de autos
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