


Nuestro hábil presidente regaló a los oídos de la alemana la certeza de que aquí no castigaremos a los banqueros que condenaron a la miseria a miles de españoles con sus especulaciones criminales, como han hecho en Estados Unidos con Bank of America, entidad que tendrá que pagar una multa de 17.000 millones de dólares por la estafa de las hipotecas subprime, sino que los seguiremos ayudando a cumplir con sus deudas, a cargo del erario público, como lo demuestra el hecho de que el BBVA haya adquirido Catalunya Bank por menos de 1.200 millones de euros, cuando necesitó cerca de 14.000 millones en ayudas que se dan por perdidos. Esa es la reforma estructural del sistema financiero que quería conocer la “jefa” alemana de boca del español.

Con indisimulada envidia por la suerte que tiene Rajoy de no encontrar una oposición fiable que discuta sus iniciativas y un pueblo sumiso que se empeña en seguir confiando en quienes lo empobrecen a golpe de decretos-ley que recortan prestaciones y derechos, Merkel se dejó homenajear en un restaurante gallego con los productos típicos de la tierra, en un ambiente de gran camaradería. Pero requirió de España idéntica camaradería cuando tenga que poner firmes a Francia e Italia, que se resisten a aplicar sus políticas de austeridad y “ajustes” contra viento y marea. Fue entonces cuando Rajoy, que no deja pasar una, le sugirió que también Arias Cañete podría acceder a una comisaría económica importante, además de la jefatura del Eurogrupo para Guindos. Rajoy volvía a demostrar ante los suyos su estatura de hombre de Estado, con el plauso irreprimible de Soraya Santamaría y Carlos Floriano. Merkel regresó a Alemania, tras pasar revista, murmurando: “¡Dios, qué tropa!”.