No hubo mucho cambio con relación a otros partidos de la Selección. Va sí, hubo una muy grande: Lionel Messi. El mejor jugador del mundo fue más determinante que nunca con la camiseta celeste y blanca -a pesar de que en Berna jugó con azul-. Fue una alegría enorme que el que brilla en el Barcelona brille también con el equipo de Sabella. Un equipo que sigue siendo muy limitado y mostrando deficiencias que no cambiar a pesar de los constantes cambios de nombres. Como dice el título del análisis el resumen perfecto de lo que pasó fue Messi 3-Suiza 1.
El comienzo del partido tuvo a un Inler, capitán helvético, manejando los hilos de un equipo que con la velocidad y el talento de Shaquiri complicaba y mucho a una defensa argentina que arrancó muy imprecisa -sobre todo por los laterales-. Con un Campagnaro falto de distancia y un Zavaleta con la pierna cambiada los locales desequilibraban y mandaban. Por el equipo de Sabella los únicos que rompían los esquemas eran Messi y Agüero. Cuando ellos se juntaban algo podía pasar. Y terminó pasando, cuando tras una doble pared la ‘Pulga’ remató cruzado y venció a Benaglio.
¿Lo merecía Argentina? No, ni cerca de ser el más ambicioso de los dos, porque el doble cinco Mascherano-Braña garantizó corte pero obligó al de Estudiantes a ser el que ‘acompañe’ a los de arriba cuando el equipo atacaba. El Chapu fue uno de los puntos altos en el primer tiempo pero se lesionó y fue reemplazado por un Gago que mostró que no necesita ser titular para demostrar que su buen pie siempre le hace bien a la Selección.
Una de las pruebas que no le salió bien al DT argentino fue la de los hombres de la banda. Ni Maxi Rodríguez, ni José Sosa (¿hasta cuando estará en la Selección?) demostraron el ida y vuelta que necesita un equipo que sin su llegada al arco de enfrente depende de Messi y Agüero para soñar con verle la cara al arquero rival…
El segundo tiempo mostró la peor cara de Argentina. Muy atrás y sin contención en el medio llegó el merecido empate suizo a través del imparable Shaquiri, en una jugada que mostró todos los desajustes defensivos juntos. Desbordaron a Campagnaron, los dos centrales (una buena apuesta por Garay y Fernández) se fueron con el nueve y el número 23 fusiló a un Romero que poco pudo hacer.
El empate fue a los 4 minutos y la Selección no tuvo reacción en el resto del tiempo. Sólo lo salvó Messi, con una enorme definición a los 43 y el penal un minuto después. Sólo Messi, él y un rato de Agüero. ¿Saldo positivo o negativo? El tiempo lo dirá…