Del festejo por una victoria en un terreno que suele ser esquivo y ante un rival que aparece como competidor directo por la Liga, al temor y una escena final repleta de pánico por el retrato de un Lionel Messi con un tobillo hinchado, retirándose en camilla, sin sacarse las manos de la cara y con un aspecto poco agradable, que invitaba a especular lo peor. Cuando el encuentro ante el Atlético de Madrid ya moría en el 2-1 -inmenso el arquero De Gea para desactivar la goleada blaugrana- y parecía que la maldición en el Vicente Calderón ya pasaba de largo, a falta de un par de minutos, el checo Ufjalusi atendió al crack del Barcelona con un golpe durísimo -roja directa- que lo dejó KO e hizo disparar todas las alarmas. No hubo fractura, como se llegó a pensar en esos instantes en los que el rosarino se retorcía del dolor, pero sí una distensión ligamental interna en el tobillo derecho, que lo dejará un mínimo de 20 días alejado de las canchas. Mañana se le realizarían más pruebas médicas.
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