Publicado en canchallena, deportivo del diario La Nación
"Más inverosímil que su genialidad es la frecuencia con la que es genial; la regularidad de su excelencia lo hace un personaje inédito". Por Fernando Pacini.
"Messi ha conseguido algo imposible: nos mató la subjetividad. Las opiniones sobre algo o alguien y los adjetivos que adornan su descripción son producto de la percepción -subjetiva- de quien cuenta la historia. Con Messi, lo subjetivo se volvió objetivo. Decir que es genial, que es fabuloso, ¡qué no puede ser! ya no son meras interpretaciones; es pura realidad, incontrastable y respaldada por evidencias.
Un genio se distingue por su cualidad de producir algo novedoso y de excelencia. El genio es original, pero sin los rebusques de quienes persiguen la originalidad sin ser geniales. El objetivo del genio no es la singularidad de su obra, ella es sólo la consecuencia. El genio no precisa revolver la tierra para encontrar algo original, lo encuentra en la superficie, sin más esfuerzo que parecerse a sí mismo.
El genio tampoco es un mago que prepara detalladamente un truco que provocará la sorpresa. El genio es capaz de improvisar trucos nuevos sobre el truco entrenado. Lo que no se permite el genio es descansar. Sentirse cómodo con lo que sabe y le da éxito, hasta lo puede aburrir; evoluciona, no tanto por ambición, sino porque no puede evitarlo.
Messi aprueba cada materia del doctorado de los genios. Tiene fijación por el fútbol. Cuando juega, entra en un trance del que no puede ni quiere salirse. En ese estado de locura, su mundo es la pelota, sus compañeros, el arco. Su magia es dinámica y creativa. Ahí no hay contratos, ni fama, ni nada... Sólo él y su desmesurado amor por el fútbol. Es ese amor el activa todas sus facultades físicas y técnicas.
Su influencia en cada partido es tan notable que de antemano ya sabemos que cada intervención suya estará en el compacto de Sportcenter. Juega con ese ritmo "de compacto"; él lo edita. Lo invisible en el resumen es que para hacer cada jugada, primero comprendió la densidad del partido, descartando lo inconveniente y haciendo lo adecuado, optando por su versión solista o asociando compañeros. Una vez elegido el camino, ya está, el resto es mínimo.
Más inverosímil que su genialidad es la frecuencia con la que es genial. La regularidad de su excelencia lo hace un personaje inédito. Juan Pablo Varsky eligió una figura inmejorable: "Hace cuatro años que juega como en junio del 86". Su juego no tiene mayores depresiones, es consistente, competitivo y silenciosamente voraz. Messi no nos permite exagerar, algo que los periodistas solemos hacer más de lo debido, porque él es una exageración. Su grandeza se ha vuelto objetivamente irrefutable".