Por: Yohan González Duany
“(Mandela) Mostró una gran capacidad para perdonar. Un don único. Mandela amaba la paz. Es una tarea de todos mantener la memoria de Mandela viva en nuestras vidas y corazones”
Ban Ki Moon, secretario general de la ONU, 10 de diciembre de 2013
Cuando el 21 de febrero de 1972, el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, le daba un sencillo, pero simbólico apretón de manos al máximo dirigente chino, Mao Zedong, pocos imaginarían las consecuencias y cambios que traería ese hecho. Siete años después, los Estados Unidos reconocían oficialmente a la República Popular China (RPC), despertando la ira de su aliada, la República de China (China-Taiwán).
Años después, el 11 de octubre de 1986, el líder soviético, Mijaíl Gorbachov, y el presidente norteamericano, Ronald Reagan, se saludaban durante una cumbre en Reikiavik (Islandia), en un hecho que ha sido interpretado como el “gesto que marcó inicio del fin de la Guerra Fría”. O el apretón de manos entre el entonces primer ministro de Israel, Yitzak Rabin, y el presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat, en los jardines de la Casa Blanca, el 13 de septiembre de 1993; dos enemigos jurados que firmaron ese día los acuerdos de Oslo, que preveían la autonomía palestina en los territorios ocupados de la Franja de Gaza y Cisjordania. En un gesto que posiblemente haya sido la causa del asesinato en 1995 de Rabin.
Ayer, 10 de diciembre, un día destinado a homenajear el ejemplo y la imagen de Nelson “Madiba” Mandela, una “acción inesperada” recorrió como un virus indetenible las redes sociales, los medios de comunicación y los comentarios populares. Consciente o inconscientemente, los mandatarios de Estados Unidos, Barack Obama, y de Cuba, Raúl Castro, se dieron un apretón de manos.
No soy como aquellos que piensan que mañana comenzaremos a ver cambios en posturas o disminución en los ataques de uno y de otro bando; ni tampoco soy de los que piensa que la imagen es meramente “protocolar”. Soy de los que cree que la historia y el tiempo se encargarán de juzgar el impacto de ese gesto.
Por primera vez queda constancia oficial de que, los líderes de dos naciones separadas por la incomprensión, el irrespeto y el odio, unidos por el ejemplo de Mandela, no se negaron a la oportunidad de saludarse.
Aunque a nivel diplomático o de mejora de las relaciones nada vaya a lograr ese saludo, el hecho es que el simbolismo de ese apretón puede quedar para la historia como mismo quedaron los gestos de 1972, de 1986 o de 1993.
Nixon y Mao, durante su apretón de manos en febrero de 1972.
Gorbachov y Reagan, durante su encuentro en Reikiavik en 1986.
Isaac Rabin, Bill Clinton, y Yasser Arafat durante la firma de los Acuerdos de Oslo en la Casa Blanca, el 13 de septiembre de 1993. Foto: RealClearPolitics
El saludo entre Obama y Raúl Castro durante el homenaje a Mandela. 13 de diciembre de 2013. Foto: Getty Images