Hoy se cumplen años de aquel día en el que todos, especialmente aquellos que teníamos inquietudes de una España mejor, se nos heló el corazón. Cada uno lo viviría en función de su edad, de sus miedos y de sus esperanzas. Yo me encontraba esa tarde en clase. Estaba en tercero de carrera, estudiando Náuticas, a poco de empezar ya mis prácticas en un barco mercante. Estaba dando clases un profesor que era marino de guerra, creo recordar que nos daba una lección sobre mareas, estoy seguro que era de la asignatura de Navegación y Astronomía. En medio de la clase entró un bedel y se acercó a don Anibal y le susurró algo. Inmediatamente se le cambió la cara y se dirigió a nosotros: - Se ha producido un pronunciamiento militar, y como oficial de la Armada he de dirigirme a la Comandancia de Marina. Todos nos quedamos un poco sin saber qué hacer ni decir. Me dirijí a mi casa y mi madre estaba todo nerviosa. Pude convencerla de su intento de que quemáramos todos mis libros peligrosos, aquellos de la Editorial Fundamentos que yo había pedido por contrarreembolso, "libros rojos" (El Origen de la Familia, el Manifiesto del Partido Comunista, los opúsculos de Bakunin, y otros más, que afortunadamente todavía hoy conservo). Pero mi memoria se traslada sobre todo a la radio, aquella radio de mi padre, forrada de cuero. Pendiente de las noticias, de los partes de Radio Nacional. Afortunadamente hoy es todo un recuerdo, triste, lejano en el tiempo. El éxito de la socialdemocracia española y de parte de aquella UCD fue estabilizar definitivamente la democracia, aunque con un coste elevado: los pactos sociales, los sindicatos domesticados, la ruptura traicionada, la memoria histórica aún por resolver, el federalismo pendiente, la república añorada,... Hoy vivimos la democracia, los jóvenes no conocieron el Golpe, ni a Franco, ni la ausencia de libertad por lo que no pueden añorar lo que no han vivido, ni pueden comparar situaciones. Hoy la democracia se limita cada vez más a un voto cada cuatro años sobre opciones políticamente correctas, donde nadie se plantea cambiar el sistema económico capitalista sobre formas más humanas y solidarias. Hoy la democracia se ha salvado pero las injusticias siguen y los poderosos nos hacen cargar con sus errores pero no nos hacen partícipes de sus ganancias. Hoy he recordado a don Anibal y la radio de mi padre.