Revista Psicología

Mi cerebro cree que estoy muerto: el síndrome de Cotard

Por Redespress60

El síndrome de Cotard es una enfermedad mental que provoca que las personas cuestionen su propia existencia. Su característica más conocida es la creencia de estar muerto. No obstante, tiene varios grados de severidad, así como diferentes manifestaciones: algunos piensan que jamás han existido; otros, que han perdido sus órganos o que se están pudriendo por dentro...

Esta rara enfermedad fue descubierta en 1880 por el francés Jules Cotard, un neurólogo y psiquiatra que presentó el caso de una de sus pacientes que afirmaba estar "sin cerebro, nervios, pecho o entrañas y era sólo piel y hueso" y afirmaba "que ni Dios ni el diablo existen y que ella no necesitaba comida, porque era eterna y viviría para siempre". Principalmente, es un tipo de delirio, que también es conocido como delirio nihilista o de la negación. Es poco común, pero si se han documentado algunos casos con el pasar de los años.

Para entreverlo, a veces los neurólogos, cuyas investigaciones están aumentando, no tienen más remedio que acudir a los bancos de cerebros, como el Harvard Brain and Tissue Resource Center, que envía unas seis mil muestras de tejido de cerebro de personas sanas o con enfermedades mentales o físicas, a investigadores en todas partes del planeta, sin apenas dar abasto, un cuadrito de un centímetro de la región solicitada.

Las causas

No se sabe por qué algunas personas contraen la enfermedad o qué tan común es. Se sabe que aquellos que sufren de esquizofrenia, depresión psicótica, párkinson, enfermedades cerebrovasculares o infecciones cerebrales pueden llegar a desarrollar el síndrome de Cotard. Sin embargo, no existe ningún indicador concreto que permita afirmar que llegarán a desarrollar este problema. Los médicos reportan que la duración de síndrome varía. Algunas personas exhiben los síntomas por unos días o semanas, mientras que otros los sufren por meses o años. Sin embargo, aunque Cotard fue quien descubrió la enfermedad, nunca llegó a una conclusión definitiva sobre su causa.

Una de las teorías más aceptadas sobre las causas de esta enfermedad pertenece a Max Coltheart, un profesor de ciencia cognitiva de la Macquarie University en Australia. Coltheart piensa que la enfermedad se debe a dos factores. El primero es la degradación del cerebro, que impide que la persona reaccione normalmente a su vida, su cuerpo o su identidad. Otro factor es el deterioro de los mecanismos lógicos de la persona. Los pacientes que sufren del síndrome de Cotard han perdido el aparato racional y lógico que tenemos todos, afirma el Dr. Jesús Ramírez, un psiquiatra mexicano que ha estudiado la enfermedad a profundidad. Ramírez comenta que los afectados pueden sufrir depresiones, despersonalización y alucinaciones.

Mi cerebro cree que estoy muerto: el síndrome de Cotard

¿Mi cerebro sabe que existo?

En 1995 se realizó por primera vez una clasificación clínica en base a las pruebas. En un análisis retrospectivo de 100 casos se subdividió el síndrome de Cotard en tres tipos. Un primer tipo incluye una forma de depresión psicótica, caracterizada por ansiedad, delirios melancólicos de culpa y alucinaciones auditivas. Un segundo tipo, descripto como el síndrome de Cotard tipo I, fue asociado con delirios hipocondríacos y nihilistas, y ausencia de episodios depresivos. El último grupo fue el síndrome de Cotard tipo II, con ansiedad, depresión, alucinaciones auditivas, delirios de inmortalidad, delirios nihilistas y comportamiento suicida, como características destacadas.

En 2013, un equipo de investigadores, formado entre otros por Adam Zemar, Profesor de Neurología Cognitiva de la Universidad de la Escuela Médica de Exeter y Steven Laueys de la Universidad de Lieja (Bélgica), realizó la primera exploración PET en un paciente con síndrome de Cotard.

El paciente que tenía 48 años, sin historia médica previa, aparte de una corta enfermedad depresiva, fue atendido por un psiquiatra después de un intento de auto-electrocución. Ocho meses más tarde afirmaría que su cerebro había muerto. Estaba convencido de que sufría muerte cerebral, de que estaba muerto, que no necesitaba comer ni dormir, y que contaba con un cerebro muerto en un cuerpo vivo. Reconocía que sus habilidades para ver, oír, pensar, recordar y comunicarse demostraban que su mente debía estar viva, pero no podía explicar cómo, pues su cerebro, ¿estaba muerto?. Era, por decirlo de alguna forma, un muerto en vida. Una especie de zombi, como destacaría la prensa, sin poner atención al detalle técnico de que el paciente no era un muerto volviendo a la vida, sino un vivo sabiéndose inexistente, no por razones filosóficas, sino neurológicas.

Los resultados del PET que se le realizó, contrastados con pacientes de control sanos, mostraron hipometabolismo cortical en un extenso set de regiones medias y dorsolaterales, en un patrón más severo y extendido que en un trastorno depresivo mayor. Lo que aquel PET demostraría es que la profunda perturbación de la experiencia y del pensamiento del síndrome de Cotard, se refleja en las mismas regiones cerebrales responsables de la conciencia y de nuestro sentido permanente del yo.

Tratamiento

Aunque el tratamiento no es sencillo, puede ser tratado al encontrar la combinación farmacológica adecuada para cada caso en particular. Usualmente, se utilizan fármacos antidepresivos, como lo es la mirtrazapina o antipsicóticos, como la olanzapina. En algunos casos, los pacientes se recuperan y pueden vivir de manera independiente. Incluso, personas afectadas manifiestan que, de repente, se sienten vivas otra vez.

Los fármacos se deben elegir dependiendo de cada caso, ya que no existe un tratamiento generalizado para el mismo que sea exitoso. Por otro lado, si los fármacos no son efectivos, se puede tratar con terapias electroconvulsivas, las cuales se ha demostrado que pueden ser eficaces en estos casos.

Este padecimiento no se trata de manera sencilla, pero si se puede reducir el nivel del mismo. Por otro lado, esto es debido a que no existen muchos casos registrados del mismo, lo que ha llevado a que las investigaciones no sean tan profundas.


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