Revista Diario

Mi credo

Por Hesterprynne
¿Es una fe sincera la fe que no actúa? (Jean Racine)
No quiero hablar sobre la visita del papa a mi país, ya os imaginaréis lo que pienso al respecto. Hoy no me apetece malgastar espacio virtual en ese señor, la verdad. Es sábado, uno de los últimos días de amable sol antes del invierno y acabo de disfrutar de un café con tostadas. No me gustaría que me sentase mal el desayuno.Sin embargo, sí que me apetece hablar de aquello en lo que creo. Recuerdo este sano debate con mi madre. Ella me pregunta siempre, con verdadero interés por comprenderlo: ¿pero cómo puede vivir una persona sin fe? ¿A qué te aferras en los tiempos difíciles, a quién das gracias cuando eres feliz? Entiendo su pregunta, porque cuando las personas dialogan y escuchan de verdad, sin pensar que están en posesión de la única verdad y sin violencia verbal o física, de igual a igual, siempre se establece esa comprensión, que ya lo dice el refrán, hablando se entiende la gente. Entiendo su pregunta pero no comparto su visión del mundo.Para empezar, las personas que profesan una religión (especialmente si es de las grandes monoteístas), suelen pensar que quienes somos ateos o agnósticos, no tenemos fe en nada, que no tenemos una vida espiritual, pero eso no es cierto.Parte de la “culpa” es nuestra, por no defender nuestras creencias del mismo modo que ellos abanderan las suyas. A veces lo hacemos por no ofender a las personas religiosas, pero, ¿se plantean ellas alguna vez si nos molesta que hablen de sus dioses, que sus doctrinas estén hasta en la sopa? A veces me da la sensación de que los ateos y los agnósticos somos como los no fumadores que no dicen que sí que les molesta el humo para no ser aguafiestas. En fin.Lo que quiero decir es que quienes no profesamos ninguna religión, ni nos creemos que haya un dios que recompensa y castiga y nos vigila, sí que creemos en cosas, sí que tenemos nuestra vida espiritual. No todo es materialismo y actitudes egoístas, como dicen los curas en sus sermones dominicales cuando nos ponen a parir.
YO CREO- Que todo el mundo tiene una luz interior, llamadla como queráis, una luz que convierte a cada persona en única. Potencialmente, todas y todos tenemos dones que aportar al mundo, hay quienes los desarrollan, y quienes no.- Que antes que la belleza o la inteligencia, es mucho más importante la bondad. Porque si todo el mundo se pusiera en el lugar de los demás, si pensase en no hacer daño a nadie, en compartir y en respetar, este planeta sería un lugar mucho menos hostil. Ah, y la bondad no es patrimonio cristiano, aunque también deseen apropiarse de esa palabra.- Que es el amor y no el odio lo que debe mover el mundo, y yo lucho porque en mi vida esto sea así. El amor romántico entre cualquier sexo y género, el amor de la familia, de todos los modelos de familia, el amor de la amistad, el amor por los animales y la naturaleza y por lo que una persona hace en su día a día.- Que la herramienta principal en la vida de la gente debería ser el cuidado. Cuidar a la gente, cuidar lo que hacemos, cuidar nuestras relaciones, cuidar el mundo.- Que no se debe olvidar dar gracias a la vida por lo bueno que hay en la nuestra, porque seguro que si lo pensamos, hay muchas cosas buenas.- Que el ser humano es capaz de las cosas más terribles, es decir, de la destrucción, pero también de las más hermosas, es decir, de la creación: la literatura, el arte, el cine, los jardines, los bebés, las relaciones que construimos, Internet, la música… ¡qué maravilla!- Que todo lo que vive tiene valor y por tanto merece ser tratado con respeto. Que las diferencias hay que celebrarlas y no temerlas.- Que las violencias no deben formar parte de la vida de nadie: la verbal, la militar, la sexista, la física… da igual, yo estoy en contra de todas ellas. Y no me gusta que ni los gobiernos ni nadie me digan que hay violencias malas (por ejemplo, el terrorismo) y violencias buenas (por ejemplo, el ejército). Me niego a creer algo así.- Que hay que luchar contra las injusticias y no quedarse de brazos cruzados. Que ya se ha hecho mucho daño al mundo y a la gente, no debemos contribuir a empeorarlo sino intentar mejorarlo.- Que la belleza no es definible ni clasificable.- Que las críticas siempre deben ser constructivas.- Que absolutamente nadie tiene derecho a hacer daño a nadie.- Que nada de esta lista es imposible, aunque haya quien la lea con una sonrisa condescendiente y piense: ¡qué utópico, qué inocente! Que si al menos intentásemos vivir con estos principios, aunque muchas veces falláramos, porque somos humanos y nos equivocamos, el mundo entero daría un vuelco a mejor.  Esta es mi espiritualidad, mi fe, lo que a mí me mueve, lo que voy a intentar inculcarle a mi hija. MI CREDO

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