Su uso se remonta a Mesopotamia y al Antiguo Egipto. Era la época en la que los hombres vestían con los brazos al aire, y esto les servía para adornarse y como símbolo de poder y estatus.
Sabemos que los soldados griegos adornaban la parte alta de su brazo, entre el codo y el hombro, con bandas defensivas de cuero adornadas con oro, plata y piedras semipreciosas llamadas “Bracels”, del término latino para el brazo “Brachium”.
Las mujeres griegas usaron este accesorio, pero en versiones más pequeñas y favorecedoras llamadas “Bracel-ets”.
La moda se fue extendiendo y, con el paso de los siglos y los cambios en las costumbres al vestir, el brazalete pasó a colocarse en la muñeca para poder ser lucido con vestidos de manga larga, conociéndose desde entonces también con el nombre de pulsera.
Se conocen tres tipos de brazalete: los abiertos, los cerrados y los que tienen forma de espiral o serpiente.