Éste mes me he levantado temprano para incorporar el hábito de la meditación matutina a mi rutina. Como acababa de volver de Tailandia quería aprovechar la confusión horaria. No me costaba despertarme a las 5 de la mañana, tan solo tenía que mantenerlo. Y con eso ya tenía bastante.
Mi cama me quiere – quiero mi cama
¿Te cuesta despertarte o te cuesta levantarte? Son conceptos diferentes que requieren estrategias diferentes. En mi caso, el reto era levantarme, o sea, salir físicamente de la cama. Suelo despertarme antes de cualquier alarma, casi siempre. Lo que me cuesta es dejar atrás la dulce calor del edredón que se ha ajustado perfectamente a mi cuerpo. No le doy al “snooze” para dormir, lo hago para permanecer en la cama, despierta, escuchando la respiración de mi pareja, sin moverme yo. El reto era levantarme a pesar de las temperaturas matutinas del (todavía) invierno.
Aprendizajes levantadas
Para poder evaluar mi éxito (o falta de éxito) anoté cada día a qué hora me levanté y cuándo me fui a dormir además de si conseguí meditar este día. Eso es lo que aprendí de mi:
- Se me hace más fácil meditar si me levanto entre las 5:00 y las 6:30. Al no tener otra actividad “arraigada” en este horario, no tengo la impresión de que esté perdiendo el tiempo.
- Si me levanto no depende de la hora de dormir, sino del frío que hace por las mañanas. El frío me da ganas de hibernar. Si puedo alcanzar la ropa caliente desde la cama, es más probable que me levante.
- El despertador en la sala hace milagros. Inevitablemente lo apagaré antes de que empiece a sonar. Este milagro solo persiste si al lado del despertador está mi jersey favorito.
- Es más fácil meditar con un japamala (parecido con el rosario católico) y un mantra. Sin esta ayuda mi mente se dedica a inventar excusas para volver a la cama. Y vaya que es creativa esta mente.
- Mi tiempo óptimo de descanso son 6-7 horas. Si es menos me pongo gruñón, si es más vuelvo a estar cansada. Así que las noches que voy a dormir muy tarde, reajusto mi hora de levantarme.
Ajusté mi estrategia de acuerdo con lo aprendido. La pieza clave es el jersey al lado de la cama. Aún así, no conseguí levantarme a las 5:00 todos los días. La mayoría de los días fue entre las 5:30 y las 6:20. No lo veo como un fracaso, sino como una evolución realista. Imagino que conforme va avanzando la primavera, se me hará cada vez más fácil.
A por el segundo mes – seguiré meditando
Me gusta madrugar y disfrutar la tranquilidad de la mañana. Y no pensaba que era tan friolera. El posicionamiento estratégico del jersey me ayudó a cumplir en la segunda mitad del mes, con mucho más ligereza. De eso se trata: encontrar estos pequeños trucos que te facilitan la vida (y el despertar) para que puedas concentrar tu energía en dónde realmente tiene un impacto positivo. Así que seguiré meditando, con mi jersey puesto.
¿Cómo te ha ido con tu reto del mes? ¿Qué has aprendido? ¿Has tenido que modificar tu estrategia inicial?