En principio, Mi familia resulta poco título para una película que se consolida como la primera de éxito masivo en reflejar la normalidad de una familia homoparental. Pero, pensándolo mejor, la traducción elegida para el estreno local de The kids are all right respeta la doble intención de, por un lado, desdramatizar la problemática gay* y, por otro lado, probar que diversidad y desorden no alteran los pilares de la institución familiar occidental.
En contra de lo que sostuvieron algunos referentes de las comunidades GLTB en los Estados Unidos, el film de Lisa Chodolenko no sugiere que el sexo hétero se disfrute más que el homo, ni que hasta las lesbianas necesiten de un hombre (y/o un falo) para sentirse plenas. De hecho, aquí la cuestión sexual ocupa un plano secundario: como síntoma de una crisis matrimonial, como obsesión adolescente (encarnada en la amiga de la hija de Nic y Jules), como disparador de cierta reflexión sobre la paternidad.
The kids are all right no es The L word; si lo sabrá la guionista y directora que también filmó un episodio de la serie producida por Ilene Chaiken. A lo sumo la pareja que Annette Bening y Julianne Moore componen con credibilidad comparte con sus pares catódicas un buen pasar económico, no mucho más.
Chodolenko bien habría podido asignarle la misma historia a una pareja hétero cuyos hijos fueron concebidos con el semen de un tercero anónimo. Cuando estos jóvenes hubieran querido conocer al donante, seguro también se habría activado un triángulo sentimental que habría involucrado a la madre que los gestó, al padre que los educó y al intruso procreador.
Sin dudas, uno de los mayores méritos de este largometraje consiste en evitar algunos estereotipos y lugares comunes del cine y televisión made in USA. Si bien gira en torno a una familia en crisis, o vulnerable ante la irrupción de un tercero, esta historia prescinde de la figura del villano (en este punto, cabe destacar la actuación de Mark Ruffalo, más convincente que en otros roles).
Las escenas en que Nic canta “Blue” de Joni Mitchell y Jules interrumpe la TV para disculparse son quizás las que mejor representan las intenciones de una comedia sobre el amor y la familia, y las que nos conquistan para que hagamos la vista gorda ante cierta bajada de línea que sí existe (al margen de la cuestión gay), y que nadie pretende disimular.
The kids… es una película que trasciende el interés cinematográfico, y que puede verse como expresión de un fenómeno socio-cultural. Elisabeth Roudinesco lo describió desde una perspectiva académica:
A los pesimistas que suponen que la civilización corre el riesgo de ser devorada por clones, bárbaros bisexuales o delincuentes de los suburbios, concebidos por padres extraviados y madres vagabundas, haremos notar que esos desórdenes no son nuevos (…) y que no impiden la reivindicación actual de la familia como el único valor seguro al que nadie puede ni quiere renunciar. Los hombres, las mujeres y los niños de todas las edades, todas las orientaciones sexuales y todas las condiciones la aman, sueñan y desean”.
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*A cinco años del batacazo taquillero de Secreto en la montaña, resulta interesante asistir al estreno de películas que, como la de Chodolenko o I love you Phillipe Morris, dejan de asociar la condición gay a una tragedia. También vale señalar que, aunque comedias, tampoco la ridiculizan.