El artículo Mi historia con J.R.R. Tolkien es propiedad de Carmelo Beltrán.
J.R.R. Tolkien y yo hemos vivido una historia que sería digna de una serie de televisión. Con nuestros altibajos hemos formado una relación en la que sabemos dónde tenemos que buscarnos para compenetrarnos a la perfección y pasar un buen rato. Después de todo, hay escritores capaces de cambiar el mundo.
J.R.R. Tolkien y una historia de la infancia
En este post en el que cuento mi experiencia con Tolkien solo va a estar abarcada mi interacción con El señor de los anillos y El hobbit, tanto literarios como cinematográficos, ya que, aunque me gustaría, no he tenido la ocasión de leer más de la obra de este escritor.
Nuestro primer contacto
No recuerdo cuándo nos conocimos, pero tengo bien gravado el momento en el que de pequeño me regalaron una versión ilustrada de El hobbit, aquel cuento que devoré pese a que en la época leer me producía mucho aburrimiento.
Al final se trataba de una historia de aventuras, de una obra que se parecía a esos videojuegos de rol que tanto me gustaban por la época (y tenía tiempo para jugarlos). Una serie de personajes tienen que avanzar por un mundo lleno de peligros derrotando a los enemigos que se les vayan poniendo por delante y utilizando su astucia y habilidades para poder solventar todos los escollos.
Fue por ello por lo que lo releí en tantas ocasiones que llegué a aprenderme la historia casi de memoria. Eso sí, por mucho que lo releyese, como la escena entre Bilbo y Gollum no hay nada.
El día que apareció El señor de los anillos
Cuando yo leí El hobbit nunca me pregunté quién lo había escrito. Por esa época yo tendría unos cinco o seis años, y la verdad, prefería centrarme en qué se contaba que en quién lo hacía.
Sin embargo, en el año 2001 mi padre me llevó al cine diciéndome que íbamos a ver una película basada en otro libro de Tolkien, quien había escrito El hobbit, ambientada en el mismo mundo.
Yo sonreí. Me apetecía mucho poder disfrutar de aquel mundo en el cine y que, además, iban a aparecer un montón de personajes que conocía, seguro, e iba a vivir un cuento de esos mágicos que me gustaban. Para nada me esperaba lo que iba a sentir al llegar a la sala de cine.
La comunidad del anillo me aguardaba en la gran pantalla. Una voz de un tal Bilbo comenzaba a contar la historia que protagonizaría Frodo. Yo tenía siete años y quizás no era la película que mejor se adaptase a lo que entonces me gustaba. Había decenas de personajes que no lograba ubicar e historias detrás de cada uno que no comprendía. Si hubiera sido por mí habría abandonado la sala antes de la mitad del pase, pero mi padre se negó y tuve que soportar unas tres horas y media de tedio.
Tras ello me olvidé de la saga películas y libros de El señor de los anillos. Con el tiempo supe que se habían producido tres al final. Mis amigos las comentaban y a muchos les había apasionado. Fue uno de esos pequeños pasos que dio lugar a que el mundo friki se instaurara en la sociedad, aunque a mí me pilló en una época en la que no supe cómo debería disfrutarla, así que la dejé ir.
El reencuentro muchos años después
Pasaron los años y yo me convertí en un lector habitual. Los libros comenzaron a formar parte de mi día a día y un día en una tienda me encontré tanto la trilogía de libros como la de películas tiradas de precio, así que por alguna voz en mi mente que me decía que me las llevase, compré las dos.
En mi cabeza se dibujó claramente la forma en la que tenía que actuar. Quería leer un libro y ver su correspondiente película y cuando hubiera disfrutado de la historia en ambos formatos continuaría con la siguiente. Tenía tanta curiosidad por ver si años después conseguía encontrar aquello que inspiró a una generación que incluso estaba nervioso cuando comencé mi aventura.
La lectura del primer libro me dejó muy buenas sensaciones. Me había encantado el equipo que se había formado y la historia prometía. Incluso, en esos momentos Frodo no me chirriaba tanto como lo haría en el futuro. Por su parte, la película me gustó incluso más —y eso era algo que no acostumbraba a decir de las adaptaciones literarias—. Eliminaban algunas de las partes más tediosas y así conseguía disfrutar de todo un poquito más, con el plus de ver aquel despliegue técnico en la pantalla, que recuerdo que me asombró en cada escena.
Las sensaciones con el segundo libro comenzaron a empeorar. Frodo discurre esta aventura separado del grupo y las partes que él protagonizaba me llenaron de tedio. Se me hacía muy aburrido verle y si se hubiera muerto lo habría agradecido. Aunque seguía disfrutando de las escenas del resto, leer doscientas páginas seguidas de aquel hobbit era superior a mí. La película, aunque me parece la menos buena de las tres, siguió enamorándome y teniéndome pegado a la pantalla. Toda la ilusión que había perdido con el libro seguía residiendo allí.
Con la tercera parte recuperé alguna sensación con la lectura, pero siguió pareciéndome que la obra cinematográfica estaba muy por encima. La mejor película de las tres, sin ninguna duda en mi opinión. Me gustó tanto que a día de hoy sigo revisionándola de tanto en tanto con la misma ilusión.
Hoy en día quiero releer las novelas. Seguro que soy capaz de comprenderlas mejor.
Y llegó El hobbit
En 2012 llegó El hobbit a la gran pantalla. Jackson había vuelto a tomar una obra de Tolkien para convertirla en película pero, la verdad, el hecho de que quisiera hacer una trilogía era algo que ya me escamaba desde el principio.
Para ponerme a tono con la historia, un mes antes de que se estrenase la película opté por volver a releer el libro. Había pasado algún tiempo desde la última vez, pero pese a ser yo cada vez más mayor, el libro seguía disfrutándolo como cuando solo tenía siete años.
Acudí al cine muy ilusionado, pero esta alegría duró la primera película (que me parece muy buena), porque las otras dos fueron un cúmulo de despropósitos.
Nunca criticaré suficiente que de un libro de poco más de doscientas páginas a algún iluminado se le ocurriera hacer tres películas de casi tres horas, la verdad. Aunque bueno, viendo el resultado, está claro que alguien quería rodar un segundo El señor de los anillos, pero es que El hobbit es un cuento para niños. No tienen nada que ver.
¿Cuál es vuestra historia con Tolkien? ¿Cómo le descubristeis? ¡Dejádmelo en los comentarios!
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